“Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? Y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él” (Gén. 4:7).
CAÍN Y SU LEGADO
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Génesis 4; Hebreos 11:4; Miqueas 6:7; Isaías 1:11; 1 Corintios 10:13; 1 Juan 3:12; Génesis 5; 6:1–5.
En Génesis, inmediatamente después de la Caída, y de la expulsión de Adán y de Eva del Edén, principalmente vienen nacimientos y muertes, todo en cumplimiento de las profecías de Dios en el capítulo anterior. Al ser capítulos paralelos, Génesis 3 y 4 contienen muchos temas y palabras en común: descripciones del pecado (Gén. 3:6-8; comparar con Gén. 4:8), maldiciones de la ‘adamá, “tierra” (Gén. 3:17; comparar con Gén. 4:11) y expulsión (Gén. 3:24; comparar con Gén. 4:12, 16).
La razón de estos paralelismos es resaltar el cumplimiento de lo que sucedió antes, las profecías y las predicciones que Dios les había dado a Adán y a Eva después de la Caída. El primer hecho después de la expulsión de Adán está lleno de esperanza: es el nacimiento del primer hijo, un evento que Eva ve como el cumplimiento de la promesa que oyó en la profecía mesiánica (Gén. 3:15). Es decir, pensó que él podría ser el Mesías prometido.
Los siguientes eventos –el crimen de Caín, el crimen de Lamec, la disminución de la longevidad y el aumento de la maldad– son todos cumplimientos de la maldición pronunciada en Génesis 3.
Sin embargo, aun así no todo está perdido.