“Por esto fue llamado el nombre de ella Babel, porque allí confundió Jehová el lenguaje de toda la tierra, y desde allí los esparció sobre la faz de toda la tierra” (Gén. 11:9).
LA REDENCIÓN DEL EXILIO
Lee Génesis 11:8 y 9; y 9:1; compara con Génesis 1:28. ¿Por qué es redentora la dispersión que provocó Dios?
El propósito y la bendición de Dios para los seres humanos era: “multiplicaos, y llenad la tierra” (Gén. 9:1; comparar con Gén. 1:28). En contra del plan de Dios, los constructores de Babel prefirieron permanecer juntos como un solo pueblo. Una de las razones por las que dijeron que querían construir la ciudad era para que no fueran “esparcidos sobre la faz de toda la tierra” (Gén. 11:4). Se negaban a mudarse a otro lugar, tal vez porque creían que juntos serían más poderosos que estando separados y dispersos. Y, en cierto sentido, tenían razón.
Lamentablemente, trataron de utilizar su poder unificado para el mal, no para el bien. “Hagámonos un nombre”, dijeron; un poderoso reflejo de arrogancia y orgullo. Por cierto, siempre que los seres humanos, en abierto desafío a Dios, quieran “hacerse un nombre”, seguramente no saldrá bien. Nunca resultó.
Por ende, en un juicio contra su rebeldía total, Dios los esparció “sobre la faz de toda la tierra” (Gén. 11:9), exactamente lo que no querían que sucediera.
Curiosamente, el nombre Babel, que significa “puerta de Dios”, tiene relación con el verbo balal, que significa “confundir” (Gén. 11:9). Debido a que querían llegar a la “puerta” de Dios, porque se consideraban Dios, terminaron confundidos y con mucho menos poder que antes.
“Los hombres de Babel habían decidido establecer un gobierno independiente de Dios. Sin embargo, había algunos entre ellos que temían al Señor, pero que habían sido engañados por las pretensiones de los impíos y enredados por sus ardides. Por amor a estos, el Señor retardó sus juicios, y dio tiempo a los seres humanos para que revelasen su carácter verdadero. A medida que eso se cumplía, los hijos de Dios obraban por hacerles cambiar su propósito; pero aquellos estaban plenamente unidos en su atrevida empresa contra el Cielo. Si no se los hubiese reprimido, habrían desmoralizado al mundo cuando todavía era joven. Su confederación se fundó en la rebelión; era un reino que se establecía para el ensalzamiento propio, en el cual Dios no iba a tener soberanía ni honor” (PP 114, 115).
¿Por qué debemos tener mucho cuidado de no intentar “hacernos un nombre”?