“Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba” (Heb. 11:8).
LAS RAÍCES DE ABRAHAM
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Génesis 12; Isaías 48:20; 36:6, 9; Jeremías 2:18; Génesis 13; 14; Hebreos 7:1–10.
Ahora hemos llegado al centro del libro de Génesis. Esta sección central (Gén. 12-22) cubrirá el viaje de Abraham, desde el primer llamado de Dios, lej lejá, “Vete” (Gén. 12:1), que lleva a Abraham a dejar su pasado, hasta el segundo llamado de Dios, lej lejá, “vete” (Gén. 22:2), que lleva a Abraham a dejar su futuro (representado en la existencia de su hijo). Como resultado, Abraham está siempre en movimiento, siempre migrando, razón por la que también se lo llama “extranjero” (Gén. 17:8, NTV).
En su peregrinación, Abraham está suspendido en el vacío, sin su pasado, que ha perdido, y sin su futuro, que no ve. Entre estos dos llamados, que enmarcan el viaje de fe de Abraham, Abraham escucha la voz de Dios, que lo tranquiliza: “No temas” (Gén. 15:1). Estas dos palabras de Dios marcan las tres secciones del viaje de Abraham, que estudiaremos en las semanas 6, 7 y 8.
Abraham ejemplifica la fe (Gén. 17:6) y en las Escrituras hebreas se lo recuerda como el hombre fiel (Neh. 9:7, 8). En el Nuevo Testamento, Abraham es una de las figuras veterotestamentarias más mencionadas, y esta semana comenzaremos a ver por qué.