“Y dijeron el uno al otro: He aquí viene el soñador” (Gén. 37:19).
JUDÁ Y TAMAR
La historia de Tamar no está fuera de lugar aquí. Este incidente sigue cronológicamente a la venta de José en Egipto (Gén. 38:1), y es congruente con el hecho de que Judá acaba de dejar a sus hermanos, lo que indica su desacuerdo con ellos. Además, el pasaje comparte una serie de palabras y temáticas comunes con el capítulo anterior, y transmite la misma lección teológica: un acto de maldad que se convertirá en un hecho positivo vinculado a la salvación.
Lee Génesis 38. Compara el comportamiento de Judá con el de la cananea Tamar. ¿Quién de los dos es más justo y por qué?
Judá encuentra una esposa cananea (Gén. 38:2), con quien tiene tres hijos: Er, Onán y Sela. Judá casó a Er, su primogénito, con la cananea Tamar, para asegurarse una genealogía adecuada. Cuando Dios mata a Er y a Onán debido a su maldad, Judá le promete su último hijo, Sela, a Tamar.
Cuando, después de un tiempo, Judá parece haber olvidado su promesa, mientras va a consolarse después de la muerte de su esposa, Tamar decide hacerse la prostituta para obligarlo a cumplir su promesa. Debido a que Judá no tiene dinero en efectivo para pagarle a la prostituta, a quien no reconoce, promete enviarle más tarde una cabra de su rebaño.
Tamar, por su parte, exige que mientras tanto él le entregue como garantía inmediata de pago el sello, el cordón y el bastón. Tamar queda embarazada de este encuentro único. Cuando más tarde, acusada de hacerse la ramera, le muestra al acusador Judá el sello, el cordón y el bastón, Judá comprende y se disculpa.
El final de esta sórdida historia es el nacimiento de Fares, que significa “traspasar”, quien, como Jacob, nació en segundo lugar y se convirtió en el primero, y en la historia de la salvación se lo menciona como el antepasado de David (Rut 4:18-22), y finalmente de Jesucristo (Mat. 1:3). En cuanto a Tamar, ella es la primera de las cuatro mujeres, seguida de Rahab (Mat. 1:5), Rut (Mat. 1:5, 6) y la esposa de Urías (Mat. 1:6), que precedieron genealógicamente a María, la madre de Jesús (Mat. 1:16).
Una lección que podemos aprender de esta historia: Así como Dios salvó a Tamar mediante su gracia, y transformó el mal en bien, también salvará a su pueblo mediante la Cruz de Jesús. Y, en el caso de José, convertirá los problemas de José en la salvación de Jacob y sus hijos.