“Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!” (Fil. 4:4).
UNA VIDA DE ALABANZA
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Filipenses 4:4-7; Josué 5:13–6:20; Salmo 145; Hechos 16:16-34; 2 Crónicas 20:1-30.
Siempre es fácil aclamar a Dios con alegría cuando sentimos gozo. Sin embargo, cuando las cosas van mal, cuando estamos en la peor situación imaginable, cuando el crisol se escalda, no es tan fácil. No obstante, es precisamente entonces cuando necesitamos alabar a Dios, quizá más que nunca, porque la alabanza es un medio que nos ayuda a conservar la fe.
Por cierto, la alabanza puede transformar hasta nuestras circunstancias más tenebrosas, tal vez no en el sentido de que cambie los hechos que nos rodean, sino de que puede cambiarnos a nosotros y a quienes nos rodean, de una manera que nos ayudará a enfrentar los desafíos.
La alabanza es fe en acción. Quizá no siempre nos resulte natural, pero cuando practicamos la alabanza para que se convierta en una parte natural de nuestra vida, tiene el poder de convertir y de conquistar.
Un vistazo a la semana: ¿Qué es la alabanza? ¿Cómo podría ser un arma espiritual poderosa en circunstancias difíciles? ¿Cómo puede transformarnos a nosotros y cambiar la situación que nos rodea?