"Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron" (Rom. 5:12).

DECLARACIONES EN TENSIÓN

domingo 2 de octubre, 2022

El mundo, tal como salió de Dios, era perfecto (Gén. 1:31). La muerte era una experiencia desconocida para Adán y Eva. En ese contexto, Dios vino al Jardín del Edén y les advirtió: "De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás" (Gén. 2:16, 17).

¿Cómo se muestra la realidad del libre albedrío en la perfección del Edén, según Génesis 2:16, y 17? Es decir, ¿por qué Dios necesitaba advertirles, si no podían elegir libremente?

Tiempo después de esta advertencia de Dios, Satanás adoptó la forma de una serpiente y también entró en el Edén. Eva observó que la serpiente comía alegremente el fruto prohibido sin que muriera. "Él mismo había comido de ese fruto prohibido" (PP 37), y no le había sucedido nada.

Lee Génesis 3:1 al 4. Ponte en el lugar de Eva, ¿por qué esas palabras podrían sonar convincentes?

Desde la perspectiva de la lógica humana, el argumento de la serpiente podría sonar mucho más convincente que la palabra dada por Dios. En primer lugar, no había ninguna evidencia en el mundo natural, hasta ese entonces, de la existencia del pecado ni de la muerte. En segundo lugar, la serpiente efectivamente estaba comiendo el fruto prohibido, y lo disfrutaba mucho. Entonces, ¿por qué Eva debería abstenerse de hacer lo mismo? El mandato de Dios parecía ser demasiado restrictivo y absurdo.

Desafortunadamente, al decidir entre las dos declaraciones contrapuestas, Eva ignoró tres principios básicos: (1) la razón humana no siempre es la forma más segura de evaluar los asuntos espirituales; (2) la Palabra de Dios puede parecernos ilógica y sin sentido, pero siempre es correcta y digna de confianza; y (3) hay cosas que no son ni malas ni incorrectas en sí, pero Dios las ha elegido como prueba de obediencia.

La experiencia de Eva en el Jardín del Edén no es un caso único. Todos los días y en todo momento debemos decidir entre la Palabra de Dios (que para muchos puede ser impopular) y los atractivos seductores de la cultura que nos rodea. Nuestras decisiones tendrán consecuencias eternas.

■ ¿En qué formas la clara enseñanza de la Biblia entra en conflicto con los caminos del mundo?