"Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron" (Rom. 5:12).
LA PRIMERA PROMESA EVANGÉLICA
Lee Génesis 3:15 y 21. ¿Qué esperanza podemos encontrar en estos pasajes para toda la humanidad?
Génesis 3 describe la terrible tragedia que invadió el mundo después de la Caída. Todo cambió, y Adán y Eva pudieron ver el contraste entre lo que el mundo había sido y en lo que se había convertido.
Pero, en medio de su frustración y desesperación, Dios les dio seguridad para el presente y esperanza para el futuro. En primer lugar, maldijo a la serpiente con una palabra de esperanza mesiánica. Declaró: "Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; esta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar" (Gén. 3:15).
La palabra ·~enemistad" (hebreo 'evá) implica no solo un conflicto cósmico de larga duración entre el bien y el mal, sino también una repulsión personal al pecado, que ha sido implantada por la gracia de Dios en la mente humana. Por naturaleza, somos seres completamente caídos (Efe. 2:1, 5) y "esclavos del pecado" (Rom. 6:20). Sin embargo, la gracia que Cristo implanta en cada vida humana crea en nosotros enemistad contra Satanás. Y es esta "enemistad", un regalo divino desde el Edén, lo que nos permite aceptar su gracia salvífica. Sin esta gracia transformadora y ese poder renovador, la humanidad continuaría siendo cautiva de Satanás, una sierva siempre dispuesta a cumplir sus órdenes.
Entonces, Dios utilizó un sacrificio animal para ilustrar esta promesa mesiánica (ver Gén. 3:21). "Cuando Adán, de acuerdo con las indicaciones especiales de Dios, presentó una ofrenda por el pecado, fue para él una ceremonia sumamente penosa. Tuvo que levantar la mano para tomar una vida que solo Dios podía dar, para entregar su ofrenda por el pecado. Por primera vez estuvo en presencia de la muerte. Al contemplar a la víctima sangrante en medio de las contorsiones de su agonía, se lo indujo a observar por fe al Hijo de Dios, a quien esa víctima prefiguraba, y que moriría como sacrificio en favor del hombre" (HR 51, 52).
Lee 2 Corintios 5:21 y Hebreos 9:28. ¿Qué enseñan estos textos sobre lo que se reveló por primera vez en el Edén?
Adán y Eva abandonaron el Jardín del Edén sabiendo que finalmente morirían (Gén. 3:19, 22-24). Pero no se marcharon desnudos ni con sus hojas de higuera (Gén. 3:7). Dios mismo les "hizo túnicas de pieles", y hasta los vistió (Gén. 3:21), un símbolo de su justicia protectora (ver Zac. 3:1-5; Luc. 15:22). Por lo tanto, incluso entonces, desde el mismo comienzo, en el mismo Edén, el evangelio le fue revelado a la humanidad.