“Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito [...] pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir” (Heb. 11:17, 19).

LA ESPERANZA DEL ANTIGUO TESTAMENTO

sábado 15 de octubre, 2022

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Job 19:25–27; 1 Timoteo 6:16; Salmos 49; 71; Isaías 26:14, 19; Daniel 12.

La esperanza del Antiguo Testamento no se fundamenta en las ideas griegas sobre la inmortalidad natural del alma, sino en la enseñanza bíblica de la resurrección final de los muertos. Pero ¿cómo podría volver a la vida un cuerpo humano que ya no existe? ¿Cómo puede recuperar su identidad alguien que ha fallecido quizás hace siglos o hasta milenios?

Estas preguntas nos llevan a reflexionar sobre el misterio de la vida. Estamos vivos y disfrutamos de la vida que Dios nos concede todos los días. En el principio, Dios trajo la vida a la existencia a partir de la no-vida, mediante el poder de su Palabra (Gén. 1; Sal. 33:6, 9). Entonces, si Dios al principio pudo crear vida en la Tierra de la nada (en latín, ex nihilo), ¿por qué deberíamos dudar de su capacidad para recrear la vida humana y restaurar su identidad original?

Esta semana reflexionaremos sobre el desarrollo de la noción de la resurrección final en épocas del Antiguo Testamento, con especial énfasis en las declaraciones de Job, de algunos salmistas y de los profetas Isaías y Daniel.