“Traigan todo el diezmo a la tesorería, y haya alimento en mi casa. Y pruébenme en esto –dice el Señor Todopoderoso–, a ver si no abro las ventanas del cielo y vacío sobre ustedes bendición hasta que sobreabunde” (Mal. 3:10).
EL PROPÓSITO DEL DIEZMO
Lee Levítico 27:30 y Números 18:21 y 24. ¿Qué propone hacer Dios con el diezmo?
Debido a que Dios es el Dueño de todo (Sal. 24:1), obviamente no necesita dinero. Pero, como el diezmo es suyo, nos dice qué hacer con él, y eso es utilizarlo para el sostén del ministerio evangélico. Y, por ende, con el diezmo de Dios se suplen las necesidades de los pastores.
A la tribu de Leví, los pastores/obreros evangélicos del Antiguo Testamento, no se le otorgaron grandes propiedades como al resto de las tribus. A Leví le dieron determinadas ciudades, incluyendo las ciudades de refugio, con suficiente tierra alrededor de ellas para huertos personales. Se mantenían con los diezmos de los demás, y ellos mismos también diezmaban sus ingresos.
Lee Hechos 20:35. ¿Cuál es el mensaje aquí, y cómo se relaciona esto con el tema del diezmo?
El diezmo es importante porque nos ayuda a establecer una relación de confianza con Dios. Tomar una décima parte de tus ingresos y “desprenderte” de ella (aunque, técnicamente, pertenece a Dios de todos modos) realmente requiere un acto de fe, y solo ejerciendo fe tu fe crecerá.
Piensa, por ejemplo, en el tiempo del fin, cuando los que sean fieles no puedan comprar ni vender, como se describe en Apocalipsis 13 y 14 (ver la semana 11). El hecho de haber desarrollado una confianza en Dios y en su providencia, poder y amor será de suma importancia cuando aparentemente todo el mundo esté en nuestra contra. El diezmo fiel seguramente puede ayudar a desarrollar esa confianza. Incluso antes de eso, qué crucial para todos nosotros es haber aprendido a confiar en Dios, independientemente de nuestra situación.
Una segunda gran razón para la fidelidad económica es tener acceso a las bendiciones tangibles que Dios promete. Como parte del contrato del diezmo, Dios ha prometido bendiciones tan grandes que no tendremos suficiente espacio para recibirlas. Con el excedente, podemos ayudar a los demás y apoyar la obra de Dios con nuestras ofrendas.
¿Cuál es tu experiencia con la gran verdad de que realmente es “más bienaventurado dar que recibir”?