“Traigan todo el diezmo a la tesorería, y haya alimento en mi casa. Y pruébenme en esto –dice el Señor Todopoderoso–, a ver si no abro las ventanas del cielo y vacío sobre ustedes bendición hasta que sobreabunde” (Mal. 3:10).

EL CONTRATO DEL DIEZMO

sábado 14 de enero, 2023

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Génesis 14:18–20; Malaquías 3:10; Deuteronomio 12:5–14; Levítico 27:30; 1 Reyes 17:9–16; 1 Corintios 4:1, 2.

En Génesis 14, Abram había regresado de una exitosa misión de rescate de rehenes en la que había salvado a su sobrino Lot, a la familia de Lot y a las demás personas que habían sido secuestradas en Sodoma. El rey de Sodoma estaba tan agradecido por el rescate que le ofreció a Abram todo el botín de la batalla. Abram no solo rechazó la oferta, sino además le dio el diezmo de todo lo que poseía a Melquisedec.

Inmediatamente después de que Abram diezmó, el Señor dijo: “No temas, Abram. Yo soy tu escudo, y tu recompensa será muy grande” (Gén. 15:1). En efecto, el Señor le estaba diciendo a Abram: “No te preocupes. Seré tu protector y proveedor”. Luego, mucho más adelante, Moisés indicó a Israel, cuando estaba a punto de entrar en Canaán: “Cada año apartarás puntualmente el diezmo del producto de tu campo [...] para que aprendas a reverenciar siempre al Señor tu Dios” (Deut. 14:22, 23).

Elena de White escribió: “Ya en los días de Adán, se requería de los hombres que ofrecieran a Dios donativos de índole religiosa; es decir, antes de que el sistema fuera dado a Moisés en forma definida” (TI 3:432).

¿Qué significa todo esto para nosotros hoy?