“El rico domina al pobre, y el que toma prestado es siervo del que presta” (Prov. 22:7).
PROBLEMAS CON LAS DEUDAS
Lee Deuteronomio 28:1, 2 y 12. ¿Cuál es el ideal de Dios para sus hijos con respecto a las deudas? ¿Cómo se puede alcanzar este ideal? Y, aunque este contexto es muy diferente del nuestro, ¿qué principios podemos extraer de él y aplicarlos a nuestro contexto actual?
Los estudios muestran que hay tres razones principales por las que la gente se encuentra en dificultades económicas. Se enumeran aquí en orden de mayor frecuencia.
La primera es la ignorancia. Muchas personas, incluso las instruidas, son analfabetas financieramente hablando. Simplemente, nunca estuvieron al tanto de los principios bíblicos (ni de los seculares) acerca de la administración del dinero. ¡No obstante, hay esperanza! Esta lección brindará un esquema sencillo de estos principios y cómo aplicarlos.
La segunda razón de las dificultades financieras es la codicia o el egoísmo. En respuesta a la publicidad y al deseo personal, la gente simplemente vive por encima de sus posibilidades. No está dispuesta a vivir con lo que realmente puede pagar. Muchos de estos también creen que son demasiado pobres para diezmar. Por consiguiente, viven sin la sabiduría y la bendición prometidas por Dios (ver Mal. 3:10, 11; Mat. 6:33). Hay esperanza para estas personas también, pero se requiere un cambio de corazón y un espíritu de contentamiento.
La tercera razón por la que la gente tiene dificultades económicas es la desgracia personal. Es posible que haya experimentado una enfermedad grave sin un seguro de salud adecuado. Quizá la haya abandonado un cónyuge derrochador. Un desastre natural pudo haber acabado con sus posesiones. O pudo haber nacido y crecido en la más absoluta pobreza. También hay esperanza para esta gente. Aunque su camino será más difícil, los problemas pueden superarse. Se puede lograr el cambio con el apoyo de amigos cristianos, la orientación o la asistencia de consejeros piadosos, con trabajo denodado sumado a una buena educación, y la bendición y la providencia de Dios.
Sea cual sea la razón, aun cuando sea culpa de la persona, la deuda se puede aliviar. Sin embargo, los endeudados necesitarán hacer algunos cambios en su vida, sus gastos y sus prioridades financieras.
Lee 1 Timoteo 6:6 al 9. ¿Qué señala Pablo aquí, que todos debemos tomar en cuenta? ¿Qué significan estas palabras para ti y de qué manera puedes cumplir mejor lo que la Palabra nos enseña aquí?