“El rico domina al pobre, y el que toma prestado es siervo del que presta” (Prov. 22:7).
CÓMO DESENDEUDARSE
Lee Proverbios 22:7. ¿En qué sentido somos siervos del que presta?
¿Qué se puede hacer para escapar de este desafortunado fenómeno? Si tienes deudas, el siguiente esquema te ayudará a comenzar un proceso para deshacerte de ellas. El plan es sencillo. Tiene una premisa y tres pasos.
La premisa es un compromiso con Dios de ser fiel en devolver su santo diezmo para alcanzar su sabiduría y su bendición. Él anhela bendecir a los que le son obedientes.
El primer paso es declarar una moratoria sobre la deuda adicional: no más gastos con crédito. Si no tomas dinero prestado, no puedes endeudarte. Si ya no pides más dinero prestado, no corres más riesgo de endeudarte.
El segundo paso es hacer un pacto con Dios de que a partir de ese momento, con su bendición, pagarás tus deudas lo antes posible. Cuando Dios te bendiga financieramente, utiliza el dinero para reducir las deudas, no para comprar más cosas. Este paso probablemente sea el más decisivo. Cuando la mayoría recibe dinero inesperado, simplemente lo gasta. No, al contrario: aplícalo a tu plan de reducción de deuda.
El paso tres es la parte práctica. Haz una lista de todas tus deudas, de mayor a menor, en orden descendente. Para la mayoría de las familias, la hipoteca de la vivienda está en la parte superior de la lista, y una tarjeta de crédito o una deuda personal está en la parte inferior. Comienza por hacer al menos el pago mínimo mensual de cada una de las deudas. A continuación, duplica o aumenta los pagos como puedas sobre la deuda que se encuentra al final de la lista. Quedarás gratamente sorprendido por lo rápido que puedes deshacerte de esa deuda, la más pequeña. Luego utiliza el dinero que estabas pagando en la deuda inferior para agregarlo al pago básico de la próxima deuda en orden ascendente en la lista. A medida que elimines las deudas más pequeñas de alto interés, liberarás una cantidad sorprendente de dinero para colocarlo en las siguientes deudas más elevadas.
Dios, obviamente, no quiere que nos endeudemos. Una vez hecho el trato, muchas familias descubren que Dios las bendice de maneras inesperadas y la deuda se reduce más rápido de lo previsto. Al seguir estos tres sencillos pasos, muchas familias se han librado de deudas. ¡Tú también puedes! Al poner a Dios en primer lugar, recibirás su sabiduría y su bendición para administrar lo que él te ha encomendado.
“Manténganse libres del amor al dinero, contentos con lo que tienen, porque él dijo: ‘Nunca te dejaré ni te desampararé’ ” (Heb. 13:5). La aplicación de estas palabras, ¿cuánto podría ayudar a las personas a evitar endeudarse?