“Ofrece a Dios sacrificios de alabanza, y paga tus votos al Altísimo, e invócame en el día de la angustia; te libraré, y tú me honrarás” (Sal. 50:14, 15).

¿ES HORA DE SIMPLIFICAR?

martes 14 de marzo, 2023

¿Qué debemos hacer los cristianos adventistas del séptimo día en respuesta a los tiempos difíciles? ¿Atrincherarnos en un “modo supervivencia”? No, en realidad, todo lo contrario. Porque sabemos que el fin del mundo y la segunda venida de Cristo están cerca, queremos usar nuestros bienes para contar a otros las buenas nuevas del evangelio y lo que Dios ha preparado para aquellos que lo aman. Entendemos que algún día, pronto, todo en esta Tierra se consumirá.

Lee 2 Pedro 3:3 al 12. ¿Qué nos está comunicando Pedro con estas palabras?

Entendemos, por la Palabra de Dios, que el Señor no está enviando camiones de mudanza para llevar nuestras pertenencias al cielo. Todo se quemará en la conflagración final, cuando todos los rastros de pecado y maldad, excepto las cicatrices en las manos de Cristo, serán destruidos para siempre.

Entonces, ¿qué debemos hacer con nuestras posesiones? “Ahora es cuando nuestros hermanos debieran estar reduciendo sus propiedades en vez de aumentarlas. Estamos por trasladarnos a una patria mejor, a saber, la celestial. No seamos, pues, moradores de la Tierra, sino más bien reduzcamos nuestras cosas a la menor cantidad posible” (CMC 62).

¡Por supuesto, ella escribió esas palabras hace más de un siglo! Pero el principio perdura: el tiempo siempre es corto, porque nuestra vida siempre es corta. ¿Qué son sesenta años, ochenta años o cien años (si tienes buenos genes y buenos hábitos de salud) en contraste con la Eternidad? Tu vida puede terminar antes de que termines de leer la lección de esta semana, y lo siguiente que advertirás es la segunda venida de Jesús. (¡Eso sí que es rápido, después de todo!, ¿no?)

Como cristianos adventistas del séptimo día, debemos vivir siempre a la luz de la Eternidad. Sí, desde luego, tenemos que esforzarnos para costear nuestras necesidades y las de nuestra familia; y si hemos sido bendecidos con riquezas, no hay nada de malo en disfrutarlas ahora, con tal de que no nos volvamos codiciosos y de que seamos generosos con los necesitados. Sin embargo, siempre debemos recordar que todo lo que acumulamos aquí es transitorio, fugaz, y si no tenemos cuidado, tiene el potencial de corrompernos espiritualmente.

Si supieras que Jesús vendrá dentro de diez años, ¿cómo cambiarías tu vida? ¿O en cinco años? ¿O en tres?