“Entonces el dragón se airó contra la mujer, y fue a combatir al resto de sus hijos, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesús” (Apoc. 12:17).
EL ATAQUE DE SATANÁS
Desde el principio, Satanás (ver Apoc. 12:4, 5) procuró destruir a Cristo. Sin embargo, fracasó en cada intento. En el nacimiento de Cristo, por ejemplo, un ángel advirtió a José y a María de los planes viciosos de Herodes, y huyeron a Egipto. Jesús se enfrentó a las tentaciones más acuciantes de Satanás en el desierto con un “Escrito está”, y por ende halló protección en la Palabra de Dios. Al morir en la cruz, reveló la magnitud de su amor y nos libró del castigo de la condenación del pecado. Mediante su resurrección, como nuestro Sumo Sacerdote viviente, nos libera del poder del pecado en nuestra vida.
Lee Apocalipsis 12:4 al 6 y 9; Efesios 5:25 al 27 y 32; y Salmo 2:7 al 9, y define los siguientes símbolos:
El dragón
La mujer
El Hijo varón
La vara de hierro
En la Biblia, la vara es un símbolo de dominio o gobierno. Una vara de hierro es símbolo de un gobierno inquebrantable, todopoderoso e invencible. Jesús enfrentó cada una de las tentaciones que enfrentamos nosotros, pero resultó vencedor. El diablo es un enemigo derrotado. Cristo ha triunfado sobre él mediante su vida, su muerte y su resurrección. Como Jesús ya ha derrotado al diablo en la Cruz del Calvario, nosotros también podemos ser victoriosos. La victoria de Cristo sobre Satanás fue completa, pero el gran conflicto entre Cristo y Satanás aún no ha terminado.
Sin embargo, cuando aceptamos por fe lo que Cristo hizo por nosotros, se cancela nuestra deuda por los pecados, y estos son perdonados. Somos perfectos ante Dios, ya que la justicia de Cristo nos cubre, como escribe Pablo acerca de ser “hallado en él, no en mi propia justicia, que viene por la ley, sino en la que es por la fe en Cristo, la justicia que viene de Dios por la fe” (Fil. 3:9). Si recibimos el perdón, no hay nada de lo que se nos pueda acusar. Jesús conquistó y venció para siempre lo peor que el pecado y la maldad podían hacerle. Atacó completamente el mal y lo superó. Cuando aceptamos a Jesús por fe, su victoria es nuestra.
¿Por qué es tan vital para nosotros la seguridad de la salvación, gracias a la victoria de Cristo sobre Satanás? ¿Cómo podemos hacer propia la experiencia de la que habla Pablo en Filipenses 3:9?