“Y de aclarar a todos la dispensación del misterio escondido desde los siglos en Dios, quien creó todas las cosas” (Efe. 3:9).
EL SÁBADO Y EL DESCANSO ETERNO
El sábado es un lugar de refugio en un mundo cansado. Cada semana dejamos las preocupaciones de este mundo y entramos en el reposo de Dios: el sábado. El famoso autor judío Abraham Heschel se refiere al sábado como “un palacio en el tiempo”. Cada séptimo día, el palacio celestial de Dios desciende del Cielo a la Tierra, y el Señor nos invita a la gloria de su presencia durante este período de 24 horas para pasar un tiempo de íntima comunión con él.
En su libro sobre la belleza y la solemnidad del sábado, Heschel escribe sobre el significado del sábado con estas palabras: “El sábado es una metáfora del Paraíso y un testimonio de la presencia de Dios; en nuestras oraciones, anticipamos una era mesiánica que será un Shabbath, y cada Shabbat nos prepara para esa experiencia: a menos que aprendamos a deleitarnos con el sabor del sábado [...], seremos incapaces de disfrutar del sabor de la Eternidad en el mundo venidero”.
En la Creación, Jesús construyó una morada especial para nosotros. Podemos encontrar refugio allí. Podemos estar a salvo allí. Su obra está completa. Ha terminado. Cuando descansamos en el día de reposo, descansamos en su cuidado amoroso. Descansamos en previsión de nuestro descanso eterno en el Cielo nuevo y la nueva Tierra venideros.
Lee Isaías 65:17; 66:22; 2 Pedro 3:13; y Apocalipsis 21:1. ¿En qué sentido el hecho de guardar el día de reposo nos hace avanzar hacia la Eternidad?
El mismo Dios que creó la Tierra la primera vez la volverá a crear, y el sábado permanece como símbolo eterno de él como Creador y Redentor (ver Isa. 66:23). De hecho, los judíos consideraban que el sábado era un símbolo, un anticipo de lo que en hebreo se llamaba el olam haba, el mundo venidero.
El mensaje de los tres ángeles que vuelan en medio del cielo exhortándonos a adorar al Creador es la respuesta del Cielo a la desesperación de muchos en el siglo XXI. Nos señala a nuestro Creador, el que hizo todas las cosas en el principio, y a nuestro Redentor, que después del Juicio, después de erradicar el pecado, hará nuevas todas las cosas. “Entonces, el que estaba sentado en el trono dijo: ‘Yo hago nuevas todas las cosas’. Y agregó: ‘Escribe, porque mis palabras son ciertas y verdaderas’ ” (Apoc. 21:5).
Personalmente, ¿cómo puedes hacer que el sábado sea un anticipo del Cielo en tu propia vida y en tu familia?