“Después de eso vi a otro ángel descender del cielo con gran poder, y la Tierra fue iluminada con su gloria” (Apoc. 18:1).
LA GLORIA DE DIOS LLENA LA TIERRA
Lee Apocalipsis 4:11; 5:12; 19:1; y 21:26. ¿Qué palabras se relacionan con la gloria de Dios que llena la Tierra según describe Apocalipsis 18:1?
El gran conflicto entre el bien y el mal en el Universo también tiene que ver con el honor o la reputación de Dios. Satanás, un ángel rebelde, ha declarado que Dios es injusto, que exige adoración pero da poco a cambio. El maligno declara que la Ley de Dios restringe nuestra libertad y limita nuestro gozo.
La vida, la muerte y la resurrección de Jesús derribaron ese mito. El que nos creó se sumergió en este pozo de serpientes de este mundo para redimirnos. En la Cruz, él respondió a las acusaciones de Satanás y demostró que Dios es a la vez amoroso y justo.
El pueblo de Dios del tiempo del fin, cautivado por su amor, preocupado por su honor, revela su gloria: un carácter amante y abnegado, ante un mundo egocéntrico e impío, y la Tierra se ilumina con la gloria del carácter de Dios.
Lee Éxodo 33:18 y 19. ¿De qué manera Dios le reveló su gloria a Moisés? ¿Cuál es la gloria de Dios?
La gloria de Dios es su carácter. La Tierra se llenará de la gloria de Dios cuando nosotros estemos llenos del amor de Dios y cuando su amor redentor transforme nuestro carácter.
Revelar su amor en nuestra vida personal revela su gloria, su carácter, al mundo. El último mensaje que llevan tres ángeles en medio del cielo para proclamar ante un mundo envuelto en tinieblas espirituales es: “ ‘¡Teman a Dios y denle gloria!’ ” (Apoc. 14:7).
No hay ninguna gloria en nosotros mismos por nuestras buenas obras, por nuestra justicia, ni por nuestra bondad. “El mensaje de la justicia de Cristo resonará de un extremo de la Tierra hasta el otro para preparar el camino del Señor. La gloria de Dios es la que termina la obra del tercer ángel” (TI 6:27). Elena de White también escribe: “¿Qué es justificación por la fe? Es la obra de Dios que abate en el polvo la gloria del hombre y hace por el hombre lo que este no puede hacer por sí mismo” (TM 467).
No hay ninguna gloria en nosotros mismos. Toda la gloria es de Dios.