“Maridos, amen a sus mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla y limpiarla en el lavado del agua, por la palabra, para presentarla para sí una iglesia gloriosa, sin mancha ni arruga ni cosa semejante; antes, que sea santa e inmaculada” (Efe. 5:25-27).
CONSEJOS PARA ESPOSAS CRISTIANAS
Pablo comienza con un pasaje bisagra, Efesios 5:21, que conecta Efesios 5:1 al 20 con 5:22 al 33, en el que aboga porque los miembros de iglesia se sometan mutuamente (comparar con Mar. 10:42–45; Rom. 12:10; Fil. 2:3, 4). Los creyentes deben hacerlo “por reverencia a Cristo” (Efe. 5:21, DHH); la primera de varias veces que Pablo identificará la relación con Cristo como la más importante y definitoria para los creyentes.
¿Qué quiere decir Pablo al exhortar a los miembros de iglesia a someterse unos a otros? ¿Cómo debemos entender esta idea? Efesios 5:21.
Pablo también invita a las esposas cristianas a someterse a “sus maridos como al Señor” (Efe. 5:22), y aclara que está analizando la sumisión de las esposas a sus respectivos maridos (ver también 1 Ped. 3:1, 5). Cuando Pablo dice que las esposas deben hacer esto “como al Señor”, ¿quiere decir que una esposa debe someterse a su esposo como si este fuera Cristo; o quiere decir que Cristo es el énfasis más verdadero y elevado de su sumisión?
A la luz de Efesios 6:7, donde se pide a los esclavos que sirvan “como quien sirve al Señor y no a los hombres”, y Colosenses 3:18, donde se pide a las esposas que se sometan a sus maridos “como conviene en el Señor”, es preferible este último concepto. Estas mismas esposas son creyentes que, en última instancia, deben honrar a Cristo por sobre sus maridos.
Tanto en Colosenses como en Efesios, se identifica a Cristo (y solo a Cristo) como la Cabeza de la iglesia, que es su cuerpo (Efe. 1:22; 5:23; Col. 1:18): “Cristo es la cabeza de la iglesia y Salvador del cuerpo” (Efe. 5:23). Por analogía, el esposo es “la cabeza de la mujer” (Efe. 5:23), y la fidelidad de la iglesia hacia Cristo sirve como modelo para la lealtad de la esposa hacia su esposo. El pasaje supone un matrimonio amoroso y afectuoso, no uno disfuncional. Este versículo no debe interpretarse para apoyar ninguna forma de abuso doméstico.
A la luz de lo que acabamos de leer, ¿por qué es tan importante recordar el siguiente consejo?: Si el marido “es tosco, rudo, turbulento, egotista, duro e intolerante, no diga nunca que el marido es cabeza de la esposa y que ella debe sometérsele en todo; porque él no es el Señor, no es el marido en el verdadero significado del término” (El hogar cristiano, p. 96).