“Maridos, amen a sus mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla y limpiarla en el lavado del agua, por la palabra, para presentarla para sí una iglesia gloriosa, sin mancha ni arruga ni cosa semejante; antes, que sea santa e inmaculada” (Efe. 5:25-27).

AMA A TU ESPOSA COMO A TI MISMO

miércoles 30 de agosto, 2023

¿Qué nuevo argumento utiliza Pablo para animar a los esposos a profesar tierno amor a sus esposas? Efesios 5:28 al 30.

Las reglas de Pablo para el hogar cristiano (Efe. 5:21–6:9) revelan un contexto social desafiante. En Efesios 5:28 al 30, Pablo se dirige a los esposos que, según el patrón tan frecuente de la época, podían optar por “aborrec[er ...] a su propia carne” (ver Efe. 5:28, 29), abusando de sus esposas y golpeándolas. En el mundo grecorromano de la época de Pablo, el poder legal del “padre de familia” (en latín, pater familias) era muy amplio. Podía castigar severamente, o incluso matar, a su esposa, sus hijos y sus esclavos, porque estaba dentro de sus derechos legales (aunque ejercer ese poder en extremo estaba cada vez más limitado por la opinión pública).

En Efesios 5:25 al 27, Pablo ha detallado el máximo ejemplo de amor, el amor de Cristo por la iglesia, con el que ofrece un modelo para los esposos drásticamente diferente del habitual. Ahora, antes de presentar un nuevo argumento, vuelve a señalar ese gran Ejemplo, y pide a los esposos cristianos que respondan “de ese modo” (Efe. 5:28) como Jesús, quien “se entregó” por su novia, la iglesia, y atiende todas sus necesidades (Efe. 5:25–27). Pablo requiere de los esposos cristianos alejarse de las prácticas “esperables” de esa época e intentar asemejarse al tierno amor de Cristo.

En Efesios 5:28 al 30, Pablo agrega un nuevo fundamento del amor de los esposos cristianos por sus esposas: el amor a sí mismos. Pablo ofrece una perogrullada: “Nadie odió jamás a su propia carne” (al menos, nadie que pensara con claridad). El marido no se daña a sí mismo ni se golpea el cuerpo; al contrario, “lo alimenta y lo cuida” (Efe. 5:29). En un intento por eliminar la aspereza y la violencia contra la esposa cristiana, Pablo invita al esposo cristiano a identificarse con su esposa. Eres tan uno con tu esposa, argumenta Pablo, que dañarla es lo mismo que lesionarte a ti mismo, y la mayoría que esté en sus cabales no hace eso.

Volviendo al ejemplo de Jesús, Pablo argumenta que Cristo mismo ejerce un tierno cuidado de sí mismo al cuidar a los creyentes, que son “su cuerpo” (Efe. 5:29, 30). Compórtate con tu esposa, dice Pablo, de la misma forma en que te tratas a ti mismo y, en última instancia, en la forma en que Cristo te trata a ti.

Pablo cita el ejemplo de Jesús tanto para las esposas como para los esposos. ¿Qué puedes aprender de Jesús en cuanto a amar a los de tu círculo familiar?