“Después oí la voz del Señor, que dijo: ‘¿A quién enviaré? ¿Quién irá de nuestra parte?’ Entonces respondí: ‘Aquí estoy, envíame a mí’ ” (Isa. 6:8).
AQUÍ ESTOY, ENVÍAME A MÍ
La historia de Jonás es más que sorprendente. El hecho de que Dios pudiera salvar a los ninivitas a pesar del pobre testimonio de Jonás es un duro recordatorio de que nuestro papel no es más que ser canales de Dios, que es el único que puede convencer y convertir el corazón. Es un recordatorio de que Dios únicamente busca mensajeros dispuestos y humildes que sigan sus instrucciones.
Lee Isaías 6:1 al 8. ¿Cuál es la idea central expresada en este pasaje?
El llamado está allí. Dios busca voluntarios dispuestos. Debemos responder a este llamado sometiéndonos a su liderazgo, escuchando su voz y decidiendo obedecer lo que nos diga.
La historia de Jonás también revela el amor de Dios por las personas que viven donde no se percibe su amor y no se escucha su voz. Así como Dios se apiadó de Nínive, también se apiada de los millones de habitantes de las ciudades de hoy, donde los edificios sustituyen a los árboles y las flores, y el ruido constante hace difícil estar tranquilo y escuchar. Dios dijo de Nínive: “No disciernen entre su mano derecha y su mano izquierda” (Jon. 4:11). Dios necesita mensajeros dispuestos a llevar su mensaje de esperanza a quienes están abrumados por el ajetreo y la fealdad de la vida.
Isaías oyó una voz que decía: “¿Quién irá?” ¿Cuál será tu respuesta?
Desafío: En una hoja en blanco o en tu diario de oración, haz una lista de diez personas que sepas que no son creyentes. Las llamaremos tus “discípulos”. En lo posible, escribe sus nombres. Ten esta lista a mano y, por el resto del trimestre, ora diariamente por cada uno de tus diez discípulos. Ora para que Dios te ayude a entablar una amistad casual con los conocidos. Ora para que puedas desarrollar amistades más profundas, cercanas y de confianza con tus amigos casuales. Al profundizar tus relaciones, observa y escucha cuidadosamente, para que puedas identificar sus necesidades específicas, sus heridas y sus angustias. Luego, ora para que Dios atienda esas esferas de necesidad.
Desafío avanzado: Elige una ciudad cercana y otra en una parte diferente del mundo. Comienza a orar por las personas que viven y trabajan en cada una de ellas. Pide a Dios que haga surgir una fuerte presencia adventista que pueda compartir la verdad tal como la conocemos: la verdad acerca del pronto regreso de Jesús.