“Él respondió: ‘Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu fuerza y todo tu entendimiento; y a tu prójimo como a ti mismo’ ” (Luc. 10:27).
LA HISTORIA DEL BUEN SAMARITANO HOY
Al elogiar al doctor de la Ley por dar la respuesta correcta, Jesús le dijo: “Haz eso, y vivirás” (Luc. 10:28), y así tocó el corazón del hombre. Dar todas las respuestas correctas era fácil para el intérprete, pero hacer esas cosas era un problema hace dos mil años, y continúa siendo un problema para muchos de nosotros hoy. El doctor de la Ley quería entrampar a Jesús y presumir de sus conocimientos. Hizo una pregunta complementaria: “¿Y quién es mi prójimo?” (Luc. 10:29).
Lee Lucas 10:30 al 37. ¿Cómo resumirías lo que Jesús quiso dar a entender en esta historia?
¿Hay personas a nuestro alrededor que han recibido un trato injusto? ¿Hicimos lo posible por ayudarlas?
Es cierto que, a veces, los pastores, los ancianos y los miembros de iglesia no ayudan a quienes lo necesitan. A veces, las personas de otra fe pueden ser más amables con la gente de la comunidad que nosotros. Nosotros quizás hablamos de ser amables, pero tal vez haya otros que satisfagan las necesidades de las personas que nosotros no atendemos. Si nuestra fe tiene algún sentido, debemos tender la mano y ayudar a los necesitados.
Jesús concluyó la historia del buen samaritano preguntando quién de los tres era realmente prójimo de la persona que necesitaba ayuda.
“Así, la pregunta ‘¿Quién es mi prójimo?’ está para siempre contestada. Cristo demostró que nuestro prójimo no es meramente quien pertenece a la misma iglesia o fe que nosotros. No tiene que ver con cuestiones de raza, color o clase social. Nuestro prójimo es toda persona que necesita nuestra ayuda. Nuestro prójimo es toda alma que está herida y magullada por el Adversario. Nuestro prójimo es todo aquel que pertenece a Dios” (Elena de White, El Deseado de todas las gentes, p. 464).
Desafío: Comienza a orar diariamente por alguien que sea diferente de ti, o incluso por alguien que no te caiga bien personalmente.
Desafío avanzado: Haz una lista de por lo menos tres nombres de tus conocidos (no adventistas); identifica sus necesidades (emocionales, físicas, sociales) y considera cómo puedes suplir personalmente esas necesidades. ¿Qué puedes hacer por ellos de manera práctica durante la próxima semana?