“Él respondió: ‘Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu fuerza y todo tu entendimiento; y a tu prójimo como a ti mismo’ ” (Luc. 10:27).
EL MÉTODO Y LA RESPUESTA DE JESÚS
La Biblia nos dice que el doctor de la Ley había ido a poner a prueba a Jesús, pero Jesús sabía cuáles eran sus intenciones. En efecto, Dios conoce los anhelos y los deseos de nuestro corazón mejor que nosotros mismos. Y, por cierto, nosotros no conocemos el corazón ni los motivos de quienes nos interrogan, ¿verdad?
A veces hay gente de otras religiones que nos preguntan por nuestra fe. Por ejemplo, nuestros amigos musulmanes nos hacen preguntas relacionadas con la divinidad de Jesús, como: “¿En qué parte de la Biblia dijo Jesús que él es Dios?” o “¿Por qué dices que hay un solo Dios, cuando hay tres personas en la Trinidad?” Aun cuando parezcan preguntas provocadoras, la necesidad de Jesús puede ser auténtica y representar un profundo anhelo o vacío en quienes formulan las preguntas. No conocemos el corazón de ellos, pero tampoco es nuestra tarea. Simplemente, tenemos que satisfacer las necesidades de los demás lo mejor que podamos, independientemente de sus razones más profundas.
Lee Mateo 26:56; Hechos 17:11; 1 Corintios 15:3; y 2 Timoteo 3:16. ¿Cómo nos ayudan estos versículos a entender la respuesta de Jesús al doctor de la Ley en Lucas 10:26?
A veces queremos respuestas, pero no nos esforzamos por encontrarlas. Jesús dijo: “¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?” (Luc. 10:26). Jesús señaló un aspecto muy importante del aprendizaje. En lugar de limitarnos a escuchar lo que otros tienen que decirnos, debemos leer las Escrituras (la Palabra de Dios) por nuestra cuenta. Las respuestas ya están allí, y el Espíritu Santo trabaja en nuestro corazón para inculcarnos lo que tenemos que hacer.
Dios nos ha dado su Palabra. En ella, podemos encontrar toda la verdad que necesitamos saber con respecto a la manera en que debemos vivir, cómo debemos tratar a los demás y cómo podemos “heredar la vida eterna”. Claro, hay un papel para los maestros y los pastores, pero al final, debemos ir a la Biblia en busca de las verdades que importan. “Lámpara es para mis pies tu palabra y lumbrera a mi camino” (Sal. 119:105). Este versículo no es solo poesía; es una verdad sagrada, que nos señala la Palabra de Dios y su importancia para el creyente.
Jesús, la Palabra de Dios hecha carne, siempre conducía a la gente a la Palabra escrita. ¿Qué debería decirnos esto acerca de la importancia de la Biblia y por qué debemos rechazar cualquier razonamiento filosófico o teológico que debilite nuestra confianza en la Biblia?