“Y el Rey les dirá: ‘Les aseguro, cuanto hicieron a uno de estos mis hermanos pequeños, a mí me lo hicieron’ ” (Mat. 25:40).
LA FE DE LOS AMIGOS
Un poderoso relato de los evangelios revela lo que tuvieron que sortear unos hombres para llevar a un necesitado (probablemente, un amigo) hasta Jesús. De esta historia, podemos aprender acerca del duro trabajo que a veces puede suponer atender a los necesitados.
Lee Lucas 5:17 al 26 (lee también Mat. 9:1-8 y Mar. 2:3-12). ¿Qué lecciones podemos aprender de esta historia sobre la misión y el ministerio?
Al llevarlo a Jesús, estos hombres asumieron la responsabilidad de cuidar a su amigo. Dios nos llama a ser como los amigos de este hombre: llevar a los necesitados a Jesucristo. Este trabajo requiere fe, acción, paciencia, y la disposición de ser poco convencionales, si es necesario. Los hombres se acercaron a Jesús, pero se encontraron con obstáculos. No pudieron llevar a su amigo indefenso a Jesús por los medios tradicionales. No se rindieron, sino que encontraron una forma innovadora de llevar al hombre a Jesucristo. ¡Bajaron a su amigo desde el techo! Sin embargo, según Lucas, Jesús aprobó lo que hicieron (ver Luc. 5:20).
El deseo de Jesús es que llevemos a nuestros amigos indefensos a él. La Biblia se refiere a Jesús como el Gran Médico, que anhela perdonar y curar a los que sufren, sin importar de quién se trate.
Elena de White nos desafía a ayudar a los desamparados: “No esperen a que se les indique cuál es su deber. Abran sus ojos, y observen a los que los rodean; relaciónense con los desamparados, los afligidos y los necesitados. No se oculten de ellos, ni traten de ignorar sus necesidades. ¿Quién presenta las características mencionadas por Santiago, y posee una religión pura, sin mancha de egoísmo o corrupción? ¿Quiénes están ansiosos de hacer todo lo posible para colaborar con el gran plan de salvación?” (Elena de White, Testimonios para la iglesia, t. 2, p. 28).
El mismo Jesús nos demuestra cómo ayudar a los desvalidos y nos llama a hacer lo mismo. Primeramente, nos hacemos amigos; después, conocemos sus necesidades; y, por último, los conducimos a Jesús, el único que puede ayudarlos. Esto es lo que hicieron los hombres de esta historia. Nosotros tenemos que hacer lo mismo en toda situación en la que nos encontremos. Ayudar a llevar a las personas al único que puede salvarlas: Jesús.
¿Quiénes a tu alrededor, ahora mismo, necesitan ayuda? ¿Qué vas a hacer por ellos?