“Y el Rey les dirá: ‘Les aseguro, cuanto hicieron a uno de estos mis hermanos pequeños, a mí me lo hicieron’ ” (Mat. 25:40).
REFUGIADOS E INMIGRANTES
El tema de los inmigrantes y los refugiados se ha convertido en un asunto muy debatido, sobre todo porque son muchos en la actualidad. Desplazados por la guerra, por catástrofes naturales o por la esperanza de un futuro económico mejor, millones de personas de todo el mundo han sido desarraigadas de sus hogares y necesitan ayuda desesperadamente.
En Mateo 2:13 y 14, Jesús mismo es un refugiado. Sus padres terrenales, José y María, se vieron obligados a huir de Belén por la noche y buscar refugio en Egipto para escapar de la mano asesina de Herodes. La Biblia no dice nada acerca de su experiencia en Egipto, pero no es difícil imaginar que tuvo sus desafíos; tal vez, algunos de los mismos desafíos que los refugiados enfrentan hoy también. De hecho, así como la familia de Jesús buscó asilo en una tierra extranjera, muchos musulmanes, budistas, hindúes, cristianos y personas no religiosas también buscan asilo en nuevas tierras en la actualidad.
En general, es más fácil entablar amistad con personas de nuestra propia cultura e idioma porque compartimos muchas cosas en común. Sin embargo, es más difícil encontrar puntos en común con inmigrantes y refugiados que tienen un aspecto diferente del nuestro y no hablan nuestro idioma, que no comparten los mismos valores religiosos y no comen alimentos similares. El evangelio nos llama a salir de nuestra zona de confort desde el punto de vista étnico, nacional y cultural, y a tender la mano a los necesitados, aunque sean muy diferentes de nosotros.
Lee Deuteronomio 10:19, Salmo 146:9, Romanos 12:13 y Levítico 23:22. ¿Qué tema importante se menciona aquí que debemos recordar?
¿Cómo podemos suplir las necesidades de los inmigrantes y los refugiados? Es difícil porque, en algunos países, quizá no sea políticamente correcto mezclarse con estas personas o ayudarlas. Sin embargo, debemos hacer lo posible para atender a estas personas, que sin duda han pasado por momentos muy difíciles y necesitan nuestra ayuda. Así que, en la medida de nuestras posibilidades, debemos ayudar.
Comienza con oración, luego busca información acerca de los inmigrantes y los refugiados. En muchos lugares, hay organizaciones que se ocupan de ellos. Puedes empezar a trabajar con una de esas organizaciones, o tal vez la Escuela Sabática de tu iglesia local podría iniciar un ministerio para inmigrantes o refugiados.
Aunque sea limitado, ¿qué puedes hacer para ayudar a los inmigrantes o los refugiados que conozcas?