“Entonces Jesús respondió: ‘Mujer, ¡grande es tu fe! Sea hecho como quieres’. Y su hija quedó sana desde esa hora” (Mat. 15:28).
MISIÓN A REGIONES MÁS ALEJADAS
Leemos que Jesús partió con sus discípulos de Genesaret (Mat. 14:34) y “se retiró a la región de Tiro y Sidón” (Mat. 15:21). ¿Por qué los llevó desde Galilea hasta estos lugares paganos? Llevó a los discípulos en este viaje de estudio, a las fronteras de estas regiones extranjeras, para que pudieran aprender in situ lo que no podían aprender tan fácilmente en Galilea. Quería enseñarles lecciones que los ayudarían a prepararse para su llamado de alcanzar a todos los grupos de personas, incluyendo a los urbanitas; esto es, quienes viven en las ciudades.
Lee Jueces 3:1 al 6; y 1 Reyes 5:1 al 12 y 11:1 al 6. ¿Cómo nos ayudan estos pasajes a comprender un poco el trasfondo de estas ciudades?
En Jueces 3:1 al 6, vemos que Dios utilizó a estos pueblos antiguos para poner a prueba la fe de los israelitas. Lamentablemente, el pueblo de Dios tampoco pasó esa prueba, al menos en este caso: “Y tomaron de sus hijas por esposas y dieron sus hijas a ellos, y sirvieron a sus dioses” (Juec. 3:6). Así, desde el principio, este pueblo fue un obstáculo para Israel.
En 1 Reyes 5:1 al 11, podemos ver la estrecha relación entre los sidonios y los hebreos. Aunque, por un lado, los lazos económicos eran mutuamente beneficiosos, indudablemente los hebreos seguían recibiendo la influencia negativa del paganismo y la idolatría de sus socios comerciales.
El texto de 1 Reyes 11:1 al 6 revela hasta qué punto esa influencia llegó a ser negativa: el rey Salomón se casó con una princesa sidonia, que lo llevó por mal camino. “Salomón siguió a Astarot, diosa de los sidonios” (1 Rey. 11:5).
Sin embargo, a pesar de su historia de paganismo e idolatría y de su influencia negativa sobre la nación elegida, Jesús llevó a sus discípulos a estos lugares. De esta manera, los inició en la misión urbana transcultural, al confrontar sus prejuicios e intolerancia, y ejemplificó para sus seguidores la misión urbana integral a todas las culturas y nacionalidades.
El misionero urbano adventista se enfrenta a muchos desafíos; entre ellos, los relacionados con la salud y el medio ambiente. Otros son el elevado costo de vida, el racismo, la intolerancia, el nacionalismo y las restricciones a la libertad religiosa y de expresión. Sin embargo, a pesar de estos obstáculos, debemos trabajar por las ciudades.
¿Qué puedes hacer tú para ayudar a quienes se dedican al ministerio urbano?