“Enséñanos a contar nuestros días de modo que nuestro corazón adquiera sabiduría” (Sal. 90:12).

EL ENGAÑO DEL MAL CAMINO

miércoles 21 de febrero, 2024

Lee Salmo 141. ¿Por qué ora el salmista?

Salmo 141 es una oración para pedir protección contra las tentaciones internas y externas. El salmista no solamente se ve amenazado por los planes de los malhechores (Sal. 141:9, 10), sino también se siente tentado a actuar como ellos. El primer punto débil es el dominio propio al hablar, y el salmista ruega que el Señor vigile la puerta de sus labios (Sal. 141:3). Esta imagen alude a la vigilancia de las puertas que, en tiempos bíblicos, protegían la ciudad.

La tentación consiste también en saber si el hijo de Dios cederá al consejo de los justos o se dejará seducir por los manjares de los impíos (Sal. 141:4, 5). El salmista describe su corazón como la principal amenaza, porque allí se libra la verdadera batalla. Únicamente la oración incesante de total confianza y devoción a Dios puede salvar al hijo de Dios de la tentación (Sal. 141:2).

Lee Salmo 1:1; y 141:4. ¿Cómo se describe aquí el carácter progresivo y astuto de la tentación?

Salmo 141:4 describe la naturaleza progresiva de la tentación. Primeramente el corazón se inclina hacia el mal. En segundo lugar, practica el mal (el significado en hebreo subraya el carácter repetitivo de la acción). En tercer lugar, el corazón come de los manjares de los malvados; es decir, acepta sus malas prácticas como algo deseable.

Del mismo modo, en Salmo 1:1, la tentación viene a impedir que el hijo de Dios transite por las sendas del Señor, y lo hace andar en el consejo de los malos, detenerse en el camino de los pecadores y, finalmente, sentarse con los burladores. Malos, pecadores y burladores: no debemos ser como ellos ni dejar que nos alejen del Señor.

Los salmos describen el carácter progresivo, seductor y astuto de la tentación, lo que pone de relieve el hecho de que solamente la dependencia total del Señor puede garantizar la victoria. Los salmos subrayan la importancia de las palabras que pronunciamos y escuchamos en medio de la tentación. El final tanto de los impíos como de los justos debería enseñar al pueblo a buscar la sabiduría de Dios (Sal. 1:4-6; 141:8-10). Sin embargo, en ambos salmos, la vindicación final de los hijos de Dios continúa en el futuro. Esto significa que los creyentes son llamados a confiar pacientemente en Dios y a esperar en él.