“Anhelo y ardientemente deseo los atrios del Señor. Mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo” (Sal. 84:2).

OREN POR LA PAZ DE JERUSALÉN

lunes 11 de marzo, 2024

Lee Salmo 122:1 al 5. ¿Cuáles son los sentimientos de los adoradores al llegar a Jerusalén? ¿Qué esperan encontrar en Jerusalén?

Salmo 122 expresa el gozo y la emoción de los peregrinos al llegar a Jerusalén. Las peregrinaciones a Jerusalén eran ocasiones gozosas, en las que el pueblo de Dios se reunía tres veces al año para conmemorar la bondad de Dios hacia ellos en el pasado y en el presente (Deut. 16:16). Jerusalén era el centro de la vida de la nación, porque contenía “el testimonio dado a Israel” (Sal. 122:4) y las sillas del juicio (Sal. 122:5). El “testimonio dado a Israel” se refiere al Santuario, que a veces se llamaba “el tabernáculo del testimonio” (Núm. 1:50, RVR 1960) y contenía el “arca del testimonio” (Éxo. 25:22). Las sillas, o tronos, dispuestas para juzgar, representan el sistema judicial de Jerusalén (2 Sam. 8:15). Por lo tanto, la peregrinación era el momento en que se podía buscar y obtener justicia. La fidelidad a Dios y la administración de justicia al pueblo nunca debían separarse.

Lee Salmo 122:6 al 9. ¿Cuál es la oración principal del pueblo de Dios?

La oración por la paz de Jerusalén invoca las bendiciones de Dios sobre la ciudad y sus habitantes, y une a los fieles, haciendo que la paz se extienda entre ellos (Sal. 122:8). Jerusalén solamente puede ser la ciudad de la paz si existe paz entre Dios y su pueblo, y entre los hijos de Dios. Así, la oración por la paz de Jerusalén transmite un llamado al pueblo de Dios para vivir en paz con Dios y entre ellos mismos. En la paz de Jerusalén, el pueblo prosperará (Sal. 147:12-14).

El salmo nos enseña que la oración por el bienestar de la comunidad de fe debe ser el tema principal de las oraciones de los hijos de Dios, porque únicamente un pueblo de Dios fuerte y unido puede proclamar las buenas nuevas de la paz y la salvación de Dios al mundo (Juan 13:34, 35).

Orar por la “paz de Jerusalén” continúa siendo un privilegio y una responsabilidad de los creyentes, porque mantiene viva la esperanza en la venida del Reino de paz en el tiempo del fin, que abarcará no solo a la ciudad de Jerusalén, sino también al mundo entero (Isa. 52:7; 66:12, 13; Apoc. 21-22).

¿De qué formas prácticas podemos esforzarnos por lograr la armonía entre nosotros como pueblo ahora?