“¡Espera en el Señor! ¡Esfuérzate y aliéntese tu corazón! ¡Espera en el Señor!” (Sal. 27:14).

TRAYENDO SUS GAVILLAS

martes 26 de marzo, 2024

Lee Salmo 126. ¿Qué le da fuerza y esperanza al pueblo de Dios? ¿Qué se dice aquí, en este contexto, que podamos aplicar a nuestra vida hoy?

Las liberaciones milagrosas del Señor en el pasado son una fuente inagotable de inspiración para el pueblo de Dios y su fuente de esperanza para el futuro. La liberación del pasado fue tan grande que podría describirse como un sueño hecho realidad (Isa. 29:7, 8). Observa que la generación que alaba al Señor en Salmo 126 por la liberación del cautiverio de su pueblo en el pasado (Sal. 126:1) está actualmente en cautiverio (Sal. 126:4).

Sin embargo, el gozo y el alivio del pasado se reviven mediante cantos y se vuelven propios en la experiencia actual. Las nuevas generaciones mantienen viva la historia bíblica al considerarse presentes entre quienes presenciaron los acontecimientos de primera mano. Por lo tanto, una fe viva valora los grandes hechos de Dios por su pueblo en el pasado como algo que el Señor ha hecho por nosotros, y no simplemente como cosas que el Señor hizo por ellos (las generaciones pasadas de creyentes).

De hecho, el recuerdo del pasado estimula una esperanza renovada para el presente. La imagen de “los arroyos del desierto” (Sal. 126:4) es una poderosa metáfora de la acción repentina y poderosa de Dios en favor de su pueblo. El sur de Judá era una región árida y desértica. Los arroyos se formaban de repente y se llenaban de aguas caudalosas tras las fuertes lluvias de la estación lluviosa. Las lluvias tempranas y las tardías desempeñaban un papel crucial en el éxito del año agrícola (Deut. 11:14; Deut. 28:12). Del mismo modo, la imagen de sembrar con lágrimas y cosechar con regocijo (Sal. 126:5, 6) es una poderosa promesa de la conducción divina desde un presente difícil hacia un futuro feliz.

El final de la época de cosecha era el momento en que las antiguas peregrinaciones hebreas llevaban los frutos de la temporada al Templo de Dios en Jerusalén (Éxo. 34:22, 26). El motivo de la cosecha brindaba una potente lección espiritual al pueblo de aquella época. Del mismo modo que el duro trabajo de sembrar y cuidar los campos, huertos y viñedos se ve recompensado con la alegría de una cosecha abundante, las pruebas actuales del pueblo de Dios se verán coronadas por el gozo de la salvación en el tiempo del fin. La imagen de la gran cosecha apunta a la restauración del Reino de Dios en la Tierra en la segunda venida de Cristo (Amós 9:13-15; Mat. 9:37). Sin embargo, aquí también surge el tema de la espera. Al igual que con la cosecha, debemos esperar para ver el fruto y los resultados de nuestra labor.

Piensa en algunas ocasiones en las que hayas visto al Señor obrando clara e inequívocamente en tu vida o en la de los demás. ¿Cómo puedes renovar tu esperanza con esas experiencias para lo que quizás estés viviendo ahora?