“¡Espera en el Señor! ¡Esfuérzate y aliéntese tu corazón! ¡Espera en el Señor!” (Sal. 27:14).
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Lee Elena de White, El camino a Cristo, “Creciendo en Cristo”, pp. 66-75. Los salmos hacen fervientes llamados a esperar en el Señor. “Descansa en el
Señor, y espera tranquilo en él” (Sal. 37:7). Cuando la espera nos parezca agobiante, incierta y solitaria, recordemos a los discípulos el día de la ascensión de Jesús al Cielo (Hech. 1:4-11). Jesús fue llevado al Cielo ante sus ojos, mientras que ellos quedaron esperando a que regresara en algún día futuro y desconocido. ¿Habrá alguien que haya experimentado un anhelo más intenso de recibir la bendición de Dios que los discípulos en aquel día? Seguramente anhelaban: “Señor, llévanos contigo ahora”. Sin embargo, se les ordenó esperar la promesa del Padre y el regreso de Jesús. Si pensamos que los discípulos estaban llenos de desesperación y decepción, nos sorprenderemos. Regresaron a Jerusalén e hicieron exactamente lo que Jesús les dijo: esperaron el don del Espíritu Santo y luego predicaron el evangelio al mundo con poder (Hech. 1:12-14; 2).
El mandato de nuestro Señor de esperar en él es imposible de cumplir a menos que él haya hecho su obra en nosotros mediante el Espíritu Santo. Ningún entusiasmo humano podrá soportar la tensión que la espera impondrá a nuestro frágil ser. Únicamente una cosa soportará la tensión, y es permanecer en Jesucristo; es decir, cultivar una relación personal con él. “De modo que, si Cristo mora en nuestro corazón, obrará en nosotros ‘tanto el querer como el hacer, para cumplir su buen propósito’ (Fil. 2:13). Trabajaremos como él trabajó; manifestaremos el mismo espíritu. Y así, amándolo y permaneciendo en él, creceremos ‘en todo en aquel que es la cabeza, esto es, en Cristo’ (Efe. 4:15)” (Elena de White, El camino a Cristo, p. 75). Al seguir esperando en el Señor, encontraremos paz y satisfacción en los salmos. Nuestras oraciones y cánticos son el lugar donde el corazón de Dios y el nuestro se encuentran diariamente.
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
- ¿Por qué es importante la espera en nuestra vida espiritual? Analiza las experiencias de espera de algunos héroes bíblicos de la fe. ¿De qué manera la espera purificó y fortaleció su fe? (Rom. 4:19-22; Heb. 11).
- ¿Cuál es el fin de nuestra espera? (Sal. 37:34-40). Es decir, ¿qué se nos promete cuando todo esté finalmente resuelto? ¿Qué esperanza encontramos en estos pasajes, por ejemplo, acerca de la justicia, que desde tanto tiempo hace falta en esta vida?
- En cuanto a la condición de los muertos según la Biblia (Ecl. 9:5), ¿por qué falta poco para que vuelvan a la vida? ¿Qué esperanza podemos extraer de la respuesta?