“ ‘La hierba se seca, la flor se cae; pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre’ ” (Isa. 40:8).
PERÍODOS PROFÉTICOS
Compara Apocalipsis 11:3 con 12:5, 6, 14 y 15; y Daniel 7:25. ¿Qué similitudes ves en estos períodos proféticos?
Los dos testigos “profetizarán vestidos de saco durante mil doscientos sesenta días” (Apoc. 11:3). Este es el mismo período que los 42 meses durante los cuales los “gentiles” (los que se oponen a la verdad de Dios) pisotearán la ciudad santa (Apoc. 11:2). Los enemigos de Dios pisotean la verdad de Dios durante 1.260 días (42 x 30 = 1.260; cada día simboliza un año en la profecía apocalíptica); y los dos testigos de Dios, el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento, profetizan contra ellos durante este mismo tiempo.
Como ya hemos visto (ver lección 4), Daniel 7:25 dice que el poder del cuerno pequeño, que surgiría de la desintegración del Imperio Romano, perseguiría al pueblo de Dios “por un tiempo, dos tiempos y medio tiempo”. Un “tiempo” es un año (360 días). Por lo tanto, tres veces y media equivalen a 1.260 días.
Apocalipsis 12:6 y 13 habla de 1.260 días de persecución para el pueblo de Dios. Apocalipsis 12:14 habla de un tiempo, dos tiempos y medio tiempo. Apocalipsis 13:5 habla de 42 meses. En Apocalipsis 11:2 y 3, encontramos que se mencionan tanto los 42 meses como los 1.260 días. Todas estas profecías describen diferentes aspectos del mismo período histórico.
Cuando se descuida la autoridad de las Escrituras, emergen otras autoridades (humanas) en su lugar. Esto a menudo conduce a la persecución de quienes defienden la Palabra de Dios, lo que sucedió durante el tiempo de la dominación papal, desde 538 d.C. hasta 1798 d.C., cuando la iglesia medieval descendió a una profunda oscuridad espiritual. Los decretos de los hombres sustituyeron a los mandamientos de Dios. Las tradiciones humanas eclipsaron la sencillez del evangelio. La Iglesia Romana se unió al poder secular para extender su autoridad sobre toda Europa.
Durante estos 1.260 años, la Palabra de Dios (sus dos testigos) se vistió de cilicio. Sus verdades quedaron ocultas bajo un vasto cúmulo de tradiciones y rituales. Estos dos testigos seguían profetizando; la Biblia seguía hablando. Aun en medio de esta oscuridad espiritual, la Palabra de Dios se conservó. Había quienes la apreciaban y vivían según sus preceptos. Pero, en comparación con las masas de Europa, eran pocos. Los valdenses, Juan Hus, Jerónimo, Martín Lutero, Ulrico Zwinglio, Juan Calvino, Juan y Carlos Wesley, y una multitud de otros reformadores, fueron fieles a la Palabra de Dios tal como ellos la entendían.
¿Cuáles son algunas de las enseñanzas actuales, que muchos cristianos defienden, que se basan en la tradición y no en la Palabra de Dios?