“En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios” (Juan 1:1).

LA PALABRA HECHA CARNE

lunes 14 de octubre, 2024

Lee Juan 1:1 al 3 y 14. ¿Qué hizo Jesús, Dios mismo, y por qué es esta verdad la más importante que podamos conocer?

Juan no comienza su Evangelio con el nombre “Jesús” ni con su papel de Mesías/Cristo, sino con el término logos. En la época en que Juan escribió, varios sistemas filosóficos utilizaban el término logos para referirse a la estructura racional del universo o a la lógica y la razón en sí mismas.

Además, Platón, el influyente filósofo de la antigüedad, había dividido la realidad en dos ámbitos, o esferas: la celestial e inmutable, donde existe la perfección absoluta; y la terrenal, perecedera y cambiante, una representación muy imperfecta de la de arriba, dondequiera que esta supuestamente existiera. Algunas filosofías identificaron el logos como un intermediario abstracto entre las formas eternas y las formas terrenales perecederas.

Juan utiliza el término de una manera completamente diferente. Sostiene que la verdad, el logos, no es un concepto etéreo y abstracto que flota entre el Cielo y la Tierra. El logos es Jesucristo, quien se hizo carne y habitó entre nosotros (Juan 1:14).

Para Juan, el logos es la Palabra de Dios. Y, lo que es más importante, Dios se comunicó; es decir, se reveló a la humanidad de la forma más radical: Dios se hizo uno de nosotros. En el Evangelio de Juan, el logos representa al Dios eterno, que entra en el tiempo y el espacio, que habla, actúa y se interrelaciona con los humanos en un nivel personal. El Dios eterno se hizo ser humano, uno de nosotros.

En Juan 1:14, el apóstol indica que el logos “se hizo carne y habitó entre nosotros”. La palabra griega subyacente traducida “habitó” significa “colocar una tienda de campaña”. Juan alude a Éxodo 25:8, donde Dios dijo a los israelitas que construyeran un santuario, una tienda de campaña, para que él pudiera habitar en medio de ellos. Del mismo modo, en la Encarnación, Jesús, el Hijo divino de Dios, se hizo carne humana, velando su gloria para que la gente pudiera entrar en contacto con él.

Medita en las implicaciones de lo que Juan ha escrito aquí. Dios mismo, el Creador, se convirtió en un ser humano, uno de nosotros, y vivió aquí, entre nosotros. ¿Qué nos dice esto sobre la realidad del amor de Dios por la humanidad? ¿Por qué debería reconfortarnos tanto esta asombrosa verdad?