«Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá más muerte, ni habrá más llanto ni clamor ni dolor, porque las primeras cosas ya pasaron» (Apoc. 21: 4).
¿AMOR Y MALDAD?
Dios ha concedido a sus criaturas el libre albedrío porque este es necesario para que exista el amor. El mal uso del libre albedrío es la causa del mal. Una vez más, quedan muchos interrogantes. Dios permite temporalmente el mal aunque lo desprecia apasionadamente porque descartar su posibilidad excluiría el amor, y porque destruirlo prematuramente dañaría la confianza necesaria para el amor.
«La tierra quedó oscura porque se comprendió mal a Dios. A fin de que pudiese iluminarse las lóbregas sombras, a fin de que el mundo pudiera ser traído de nuevo a Dios, había que quebrantar el engañoso poder de Satanás. Esto no podía hacerse por la fuerza. El ejercicio de la fuerza es contrario a los principios del gobierno de Dios; él desea tan solo el servicio de amor; y el amor no puede ser exigido; no puede ser obtenido por la fuerza o la autoridad. El amor se despierta únicamente por el amor. El conocer a Dios es amarle; su carácter debe ser manifestado en contraste con el carácter de Satanás» (Elena G. de White, El Deseado de todas las gentes, p. 13).
Sin libre albedrío no podría haber amor, y si Dios es amor, entonces parece claro que no es realmente una opción para Dios negar el amor o la libertad necesaria para que este exista. Cabría también suponer que si conociéramos, como Dios, el fin desde el principio, no querríamos que se deshiciera de nuestra libertad. Después de todo, ¿quién querría vivir en un universo sin amor?
Lee Romanos 8: 18; y Apocalipsis 21: 3 y 4. ¿Cómo pueden estos textos ayudarnos a confiar en la bondad de Dios a pesar del mal que existe en el mundo?
Aunque no podemos ver a través de la oscuridad, Dios puede ver el final desde el principio. También puede ver la bienaventuranza eterna prometida a todos los que confían en Jesús. Según Romanos 8: 18, «las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse». ¿Tenemos la fe y la confianza necesarias para creer esta asombrosa promesa?
El amor y la libertad inherente en él son tan sagrados y fundamentales que Jesús no quiso privarnos de ellos aunque sabía que lo conducirían a la Cruz, donde sufriría enormemente. ¿Por qué es tan importante tener siempre presente este pensamiento?
¿De qué manera el hecho de tener presente que Dios nos concede libre albedrío nos protege de pensar que todo lo que sucede es su voluntad?