“Después oí la voz del Señor, que dijo: ‘¿A quién enviaré? ¿Quién irá de nuestra parte?’ Entonces respondí: ‘Aquí estoy, envíame a mí’ ” (Isa. 6:8).
LOS DOS QUERUBINES
Tan pronto como nuestros primeros padres fueron expulsados del Edén, Dios ofreció la esperanza del Mesías (Gén. 3:15). Estableció entonces un poderoso símbolo a las puertas del Edén: dos querubines con una destellante luz entre ellos. No debe perderse de vista el hecho de que esta escena se asemeja al Arca de la Alianza, símbolo del Trono de Dios (Éxo. 25:18).
Lee Génesis 3:22 al 24. ¿Qué tarea se encomendó a los querubines y por qué?
Si bien es cierto que los querubines tenían la responsabilidad de impedir que los pecadores accedieran al Árbol de la Vida (Gén. 3:22), también eran un símbolo de esperanza, de la promesa de que un día los seres humanos volverían al Paraíso. “El Jardín del Edén permaneció sobre la Tierra mucho tiempo después de que el hombre fuera expulsado de sus agradables senderos (ver Gén. 4:16). Por mucho tiempo se le permitió a la raza caída contemplar de lejos el hogar de la inocencia, cuya única entrada estaba vedada por los ángeles vigilantes. En la puerta del Paraíso, custodiada por querubines, se revelaba la gloria divina. Aquí venían Adán y sus hijos a adorar a Dios. Allí renovaban sus votos de obediencia a esa Ley cuya transgresión los había arrojado del Edén. [...] Pero en la restitución final, cuando haya ‘un cielo nuevo y una tierra nueva’ (Apoc. 21:1), se lo ha de restaurar más gloriosamente embellecido que al principio” (Elena de White, Patriarcas y profetas, pp. 46, 47).
Génesis 3:24 es también interesante en otro sentido: la palabra hebrea traducida allí como “puso” (shakan) es la misma que designa el Tabernáculo, o Santuario (ver Éxo. 25:9; Núm. 3:26), donde Dios moraba (shakan) con su pueblo. Aunque el sustantivo shekinah (derivado de shakan), como designación de la presencia de Dios, no aparece en la Biblia, la raíz del término designa el Santuario (la morada de Dios con su pueblo) y aparece en Génesis 3:24: “Dios puso (heb. shakan) querubines al oriente del Jardín del Edén”.
La Biblia asocia a los querubines con la presencia de Dios (ver 1 Crón. 13:6; Sal. 80:1; Isa. 37:16), en particular con su Trono, el lugar donde es proclamado su nombre. En tal sentido, los 24 ancianos que están ante el Trono de Dios en Apocalipsis 4 y 5 lo alaban y reconocen su derecho a gobernar como Creador de todas las cosas (Apoc. 4:11). Esto puede ayudarnos a entender la escena de la sala del Trono y nuestro papel como pecadores perdonados en relación con nuestro Hacedor.