“Dios, alábente los pueblos, todos los pueblos te alaben. Alégrense y gócense las naciones, porque juzgarás a los pueblos con equidad, y guiarás a las naciones en la tierra” (Sal. 67:3, 4).

UN AUXILIO MUY PRESENTE EN EL TIEMPO DE ANGUSTIA

domingo 25 de mayo, 2025

Lee Salmos 46. ¿Qué mensaje de esperanza podemos extraer de esto en medio de la confusión actual y de lo que sabemos que ocurrirá en la tierra en los últimos días a medida que el Gran Conflicto se desarrolla aquí?

El Salmo 46 parece tocar un tema que encontramos en el libro de Hebreos: el de algo mejor. Jesús es mejor que el sumo sacerdote terrenal, su sacrificio es mejor que todos los sacrificios de animales, y el Santuario celestial es mejor que los tipos o prefiguraciones simbólicas que existían en la Tierra.

Sin embargo, este salmo adopta un enfoque diferente. El autor no está simplemente contrastando cosas buenas con otras que son mejores, sino contrastando un mundo en rebelión y las terribles consecuencias resultantes de ello con la promesa de las cosas mejores que Dios está preparando para nosotros.

De hecho, este salmo está lleno de esperanza y de la promesa de que, incluso en medio de la desolación, las pruebas, el sufrimiento y las guerras a las que nos enfrentamos, en última instancia debemos atender el consejo divino: “Estén quietos, y conozcan que Yo Soy Dios” (Sal. 46:10), y descansar en la seguridad de que un día todo esto terminará y que Dios será exaltado “entre las naciones, enaltecido [...] en la tierra” (Sal. 46:10).

Nota también lo que está escrito aquí: “Por eso no temeremos, aunque la tierra sea removida, aunque se traspasen los montes al corazón del mar” (Sal. 46:2).

Es inevitable que vengan a la mente las escenas que tendrán lugar en ocasión de la Segunda Venida: “El cielo se replegó como un pergamino que se enrolla, y todo monte y toda isla fueron removidos de su lugar” (Apoc. 6:14), y también lo siguiente: “Esperando y apresurándose para la venida del día de Dios, en el cual los cielos serán destruidos por fuego y los elementos se fundirán con intenso calor” (2 Ped. 3:12; LBLA). Nuestro mundo actual y sus males característicos no durarán para siempre. Lo que vendrá después supera nuestra capacidad de comprender. Por ahora, sin embargo, solo tenemos que soportar, perseverando en la fe y aferrándonos a la revelación de Dios que tenemos, especialmente la que fue hecha por Jesús en la Cruz.

Por muy mal que vayan las cosas en este mundo (y sabemos que empeorarán), ¿qué esperanza deberías extraer de tu conocimiento de la bondad, el poder y el carácter de Dios (piensa en la Cruz)?