“El Señor le dijo: ‘He visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, he oído el clamor que les arrancan sus opresores, pues conozco sus angustias. Y he descendido a librarlos de mano de los egipcios, y a sacarlos de este país para llevarlos a una tierra buena y espaciosa, que mana leche y miel’ ” (Éxo. 3:7, 8).

LA ZARZA ARDIENTE

domingo 6 de julio, 2025

Moisés tuvo una vida relativamente tranquila después de huir a Madián, donde se casó, tuvo dos hijos, Gersón y Eliezer (Éxo. 18:3, 4), y formó parte de la extensa familia de Jetro, su suegro y sacerdote de ese lugar. Pasó cuarenta relajados años trabajando como pastor y disfrutando de la presencia de Dios tal como se revela en la naturaleza.

Sin embargo, este tiempo no tuvo el propósito de que Moisés simplemente disfrutara de la naturaleza. Estos años de comunión con el Señor lo transformaron y lo prepararon para el liderazgo. Dios también utilizó a Moisés en el tranquilo desierto para escribir, bajo inspiración divina, dos de los libros bíblicos más antiguos: Job y Génesis (ver Elena de White, Patriarcas y profetas, p. 256; Francis D. Nichol, ed., Comentario bíblico adventista del séptimo día [Florida: ACES, 1994], t. 3, p. 1.158). Moisés también recibió de Dios vislumbres cruciales acerca del Gran Conflicto, la Creación, la Caída, el Diluvio, la historia de los patriarcas y, lo más importante, el plan de salvación. Por lo tanto, Moisés desempeñó un papel decisivo para comunicar a toda la humanidad el verdadero conocimiento del Dios vivo, nuestro Creador y Sustentador, y de lo que está haciendo en vista del pecado que ha causado estragos en este planeta. La historia bíblica y de la salvación tienen poco sentido sin el fundamento crucial que Moisés nos dejó bajo inspiración, especialmente en el libro de Génesis.

Lee Éxodo 3:1 al 6. ¿Qué significa el hecho de que el Señor se presentó a Moisés como “Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob”?

Al ver que la zarza ardiente no era consumida por el fuego, Moisés supo que estaba ante un milagro y que algo dramático e importante estaba ocurriendo. Al acercarse, el Señor le dijo que se quitara el calzado en señal de profundo respeto, ya que la presencia de Dios hacía sagrado aquel lugar.

El Señor se presentó a Moisés como “Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob” (Éxo. 3:6). Dios había prometido a estos patriarcas que sus descendientes heredarían Canaán, una promesa que Moisés seguramente conocía. De esa manera, incluso antes de decirlo, el Señor ya estaba preparando el camino para que Moisés supiera lo que se avecinaba y el papel crucial que este habría de desempeñar.

Moisés necesitó ochenta años antes de que Dios lo considerara preparado para su tarea. ¿Qué nos puede enseñar esto acerca de la paciencia?