“Pero Moisés dijo al pueblo: ‘No teman. Manténganse tranquilos, y verán la salvación que el Señor les dará hoy. Porque esos egipcios que hoy ven, nunca más los verán. El Señor peleará por ustedes. Estén tranquilos’ ” (Éxo. 14:13, 14).

EL CRUCE DEL MAR ROJO

martes 5 de agosto, 2025

Lee Éxodo 13:17 a 14:12. ¿Cómo guio Dios a los israelitas cuando salieron de Egipto y qué ocurrió después?

En armonía con las instrucciones dadas por Dios a Moisés, los israelitas salieron de Egipto como un ejército bien organizado. Los términos hebreos tsaba’ y majaneh, traducidos como “ejércitos”, “escuadrones”, “campamento” y “huestes”, atestiguan esa descripción (Éxo. 6:26; 7:4; 12:17, 41, 51; 14:19, 20; compara con Éxo. 13:18). Los hebreos se dividieron en unidades y marcharon como un ejército. Más tarde, Balaam vio desde las colinas de Moab que Israel estaba “acampando por tribus” (Núm. 24:2, NVI).

Mientras tanto, “Moisés llevó consigo los huesos de José” (Éxo. 13:19). Este es un detalle muy importante del texto, y revela el cumplimiento de las promesas de Dios en respuesta a la fe de José, quien nunca perdió de vista la Tierra Prometida aun en medio del esplendor y los privilegios de Egipto. Pidió que sus huesos fueran llevados a la tierra de Canaán (Gén. 50:24, 25). Creía que el Señor visitaría a Israel en Egipto y lo llevaría a la tierra, como había jurado (Heb. 11:22). Cuando Israel llegó a Canaán, los huesos de José fueron sepultados en Siquem (Jos. 24:32).

La columna de nube y la de fuego eran los signos visibles de la presencia de Dios entre su pueblo. El Señor habitaba allí y se comunicaba con ellos también desde la nube (Éxo. 14:24; Núm. 12:5, 6).

El faraón reveló ahora los verdaderos motivos de su corazón. No estaba convertido y nunca se arrepintió de verdad. Su petición a Dios para que lo bendijera era una farsa, tal vez un autoengaño. Reunió a su ejército y fueron tras sus esclavos fugitivos. ¡Cuán totalmente cegado por el pecado estaba realmente este hombre!

Cuando el pueblo vio venir al ejército del faraón, pronunció palabras y expresó sentimientos de los que se harían eco más de una vez: “¿No había sepulcros en Egipto, que nos sacasen a morir en el desierto? ¿Por qué has hecho así con nosotros al sacarnos de Egipto?” (Éxo. 14:11).

Aun después de haber visto manifestaciones tan dramáticas del poder de Dios, que incluyeron el libramiento de sus hijos primogénitos, el pueblo seguía mostrando una asombrosa falta de fe.

Piensa en la última vez que te enfrentaste a una situación terrible. ¿Cuál fue tu primera reacción: fe en Dios o falta de ella? ¿Qué lecciones deberías haber aprendido de esa situación que podrían ayudarte la próxima vez que enfrentes otra?