“Pero Moisés dijo al pueblo: ‘No teman. Manténganse tranquilos, y verán la salvación que el Señor les dará hoy. Porque esos egipcios que hoy ven, nunca más los verán. El Señor peleará por ustedes. Estén tranquilos’ ” (Éxo. 14:13, 14).
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Lee el capítulo titulado “El Éxodo” en el libro Patriarcas y profetas, de Elena de White, pp. 286-295.
Dios estaba con los israelitas a pesar de la escasa fe de ellos. Deseaba instruirlos y guiarlos a fin de que pensaran y se comportaran como su pueblo elegido. Dios los guio pacientemente y los dirigió a un lugar donde encontrarían menos desafíos. Elena de White dice lo siguiente al respecto: “Los israelitas estaban pobremente preparados para un encuentro con ese pueblo poderoso y belicoso. Tenían un conocimiento muy limitado de Dios y poca fe en él, y se habrían aterrorizado y desanimado. Carecían de armas y no estaban habituados a la guerra; tenían el espíritu deprimido por su prolongada servidumbre, y se hallaban estorbados por las mujeres y los niños, los rebaños y las manadas. Al dirigirlos por la ruta del Mar Rojo, el Señor se reveló como un Dios compasivo y juicioso” (Elena de White, Patriarcas y profetas, p. 287).
Acerca del cántico de Moisés, el Comentario bíblico Andrews dice lo siguiente: “La certeza de este acto redentor de Dios en la historia nos asegura que nada tenemos que temer del futuro. La última estrofa se centra en los enemigos futuros que tendrían que ser enfrentados en la conquista de Canaán. Por causa del ‘brazo poderoso’ (RVC) de Dios, enmudecerían ‘como una piedra’ (v. 16). Cuando enfrentamos certeras imposibilidades, cuando nos sentimos acorralados y no sabemos adónde acudir, podemos encontrar seguridad en ‘el cántico de Moisés’, porque conmemora un gran acontecimiento de la historia del pueblo de Dios” (Comentario bíblico Andrews, t. 1, p. 250).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
- ¿Por qué nos encontramos tan a menudo en la posición de los hebreos después de su increíble liberación de Egipto, pero antes del desafío del Mar Rojo? Es decir, ¿por qué nos sigue resultando tan fácil mostrar y expresar falta de fe a pesar de tantas demostraciones divinas de bondad y amor para con nosotros?
- ¿Por qué el faraón siguió persiguiendo a Israel después de todo lo sucedido, incluida la muerte de los primogénitos? ¿Qué debería decirnos esto acerca de cuán peligroso es para cualquiera de nosotros endurecerse a causa del pecado o pecar?
- Aunque todos enfrentamos a veces pruebas terribles, muchos hemos tenido (y seguimos teniendo) días muy buenos y momentos en los que no nos ocurre nada malo a nosotros ni a nuestros seres queridos. ¿Por qué deberíamos considerar esos momentos como una demostración de la gracia y la protección de Dios, sobre todo en vista de que vivimos en territorio “enemigo”? Es decir, ¿por qué deberíamos acordarnos siempre de alabar a Dios en los buenos tiempos, ya que no sabemos de qué calamidades hemos sido librados?