“Ustedes vieron lo que hice a los egipcios, y cómo los tomé sobre alas de águila, y los he traído a mí. Ahora pues, si en verdad escuchan mi voz y guardan mi pacto, ustedes serán mi especial tesoro entre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra. Y ustedes serán mi reino de sacerdotes y gente santa” (Éxo. 19:4-6).

EL DON DEL DECÁLOGO

martes 19 de agosto, 2025

Lee Éxodo 20:1 al 17. ¿Cuáles son los principios expresados en el Decálogo y cómo está organizado?

Nota que el Decálogo no comienza con los mandamientos, sino con la acción misericordiosa de Dios en favor de su pueblo: “Yo soy el Señor tu Dios, que te saqué de Egipto, de casa de servidumbre” (Éxo. 20:2). El Señor muestra primero su gracia dando libertad y salvación a Israel, y solo después revela su voluntad. Los mandamientos debían ser observados como una expresión de amor y gratitud por lo que Dios había hecho por ellos.

La palabra clave con la que Dios resume el Decálogo es “amor” (Rom. 13:10). El mandamiento más importante es el del amor, que se expresa de dos maneras: amor a Dios (Deut. 6:5) y amor al prójimo (Lev. 19:18).

En los cuatro primeros mandamientos, el Decálogo interpreta lo que significa amar a Dios; en los seis siguientes, la Ley interpreta lo que significa amar al prójimo. El Decálogo comienza con el deber de honrar a Dios por encima de todo (amor vertical) y continúa con el respeto a los demás (amor horizontal):

1. Honrar y venerar a Dios concediéndole el primer y más elevado lugar en cada situación de nuestra vida.

2. Honrar y preservar la posición única de Dios y no sustituirlo por un ídolo de cualquier índole, ya sea físico, simbólico o espiritual. Nuestros afectos más puros pertenecen al Señor.

3. Reverenciar el nombre de Dios, su reputación y su carácter. 4. Honrar su día de descanso y adoración: el séptimo día semanal, el

sábado. 5. Respetar a los padres. 6. Respetar la vida. 7. Respetar el matrimonio. 8. Respetar la propiedad de las personas. 9. Respetar la reputación de los demás. 10. Respetarnos a nosotros mismos para que ningún deseo egoísta manche

nuestro carácter. Como dijo el propio Jesús: “Si me aman, guardarán mis mandamientos”

(Juan 14:15; ver también 1 Juan 4:20, 21). Por lo tanto, la verdadera obediencia no es más que una expresión de amor y gratitud hacia Jesús, un amor que se expresa con mayor intensidad en la manera en que tratamos a nuestro prójimo.