Tres casos de desnudez: ¿desnudos pero sin vergüenza?

Armando Juárez

sábado 9 de abril, 2011

¿Qué relación tienen Adán y Eva, el Hijo Pródigo y la iglesia de Laodicea? Aparentemente, ninguno, pues la distancia entre ellos de tiempo y de ubicación geográfica es grande. Sin embargo, pensándolo bien, hay un elemento común entre ellos: todos ellos estuvieron desnudos en algún momento. Medita en estos casos, pues representan tres tipos de creyentes y tres tipos de actitudes ante la desnudez.

Tres casos y tres actitudes distintas:

El primer caso es el de Adán y Eva. Cuando ellos pecaron se "dieron cuenta que estaban desnudos" (Gén 3:7) y trataron de cubrirse; sin embargo, su falta de criterio, debido al pecado, los hizo confeccionar un vestido para cubrirse con hojas de higuera (Gén 3:7). Más tarde, Dios mismo les proveyó vestimentas hechas con la piel de los animales que habían sido sacrificados (Gen 3:21). Ellos las aceptaron y cubrieron su desnudez. Adán y Eva representan a aquellos que inmediatamente después de pecar, reconocen su falta y buscan la forma de cubrirse ya sea usando sus propios medios (justicia propia) o aceptando los medios provistos por Dios (la justicia divina). (Leer Gen 3:7-23.)

El segundo caso es el del Hijo pródigo, quien se alejó del hogar del padre y malgastó su herencia viviendo la vida "perdidamente" (Luc 15:13). Cuando el Hijo pródigo "volvió en sí" (Luc 15:17), se dio cuenta que estaba harapiento y casi desnudo. A pesar de su situación, regresó a la casa de su Padre y éste, al ver su desnudez, ordenó: "Sacad el mejor vestido y vestidle" (Luc. 15:22). El hijo aceptó el vestido de su padre y participó del gozo de regresar al hogar. Este caso representa a aquellos que después de vivir una vida de pecado "vuelven en sí" y regresan desnudos (sin justicia propia) al hogar del Padre Celestial y aceptan con gratitud el "mejor vestido" (la justicia de Cristo) que él les provee. (Leer Luc 15:11-24.)

El tercer caso es el de la iglesia de Laodicea. Este parece ser un caso muy difícil, pues ella cree que "no tiene necesidad de nada". No se da cuenta que es una desventurada, miserable, pobre, ciega y desnuda (Apoc 3:17). La ceguera espiritual no le permite ver su triste condición, por lo tanto no acepta la vestimenta divina que se le ofrece. ¡Qué terrible situación¡ Laodicea representa al pecador que está dentro de la iglesia, ha dejado fuera de su vida a Cristo, y sigue creyendo que todo está bien (está lleno de justicia propia). El Señor está afuera llamando a su puerta (Apoc 3:20), pero no le abre porque asume que Jesús está con él. Su ceguera no le permite ver la desnudez y la tibieza de su vida y corre peligro de ser vomitado de su boca (Apoc 3:16).

Aquí se plantean casos que ilustran a tres diferentes grupos, a tres diferentes actitudes que se asumen ante la desnudez. ¿A qué grupo perteneces?

¿Eres de aquellos que pecan pero buscan cubrir sus pecados con su propia justicia como Adán y Eva? O tal vez, ¿eres de aquellos que como el Hijo Pródigo, se dan cuenta que han malgastado la herencia divina viviendo perdidamente y ahora vuelven desnudos al Padre Celestial confiando no en su justicia sino en la que él les provee? O quizá, ¿eres acaso de aquellos que no se han dado cuenta de su terrible situación de desnudez y ceguera espiritual y piensan que todo está bien, como la iglesia de Laodicea?  

Cualquiera que sea tu caso, necesitas "volver en ti", es decir, que se aclaren tus ojos espirituales con el colirio celestial (la obra del Espíritu Santo) para que te "des cuenta"  de tu desnudez.  Busca cubrirte con el manto divino de justicia que el Padre Celestial te ofrece (Apoc. 3:14-22).

 

 

Armando Juárez, PhD, es catedrático de teología sistematica en la Escuela de Teología de la Universidad de Montemorelos. Obtuvo su doctorado en Teología en Andrews University (USA) y cuenta con una amplia experiencia como pastor, administrador, y maestro.