No hay Suiza espiritual

Daniel Nae

sábado 21 de mayo, 2011

Lovett's Grove, Ohio, domingo, 14 de marzo de 1858. Un servicio fúnebre en una escuela se vuelve en el escenario público de la visión probablemente más conocida de Elena de White. Cuando James White terminó su sermón, Elena sintió el impulso de presentar algunas palabras de ánimo a la pequeña congregación. No había pasado mucho tiempo cuando recibió una visión que duró dos horas. Los presentes trataban de adivinar qué estaba contemplando la sierva del Señor, cuya cara expresó al principio un gozo indescriptible y después una lucha terrible. Ellos no sabían que estaban testificando la revelación de una síntesis de lo que conocemos hoy como el tema del Gran Conflicto. ¿Por qué era tan importante el mensaje recibido que Satanás quiso matar a Elena de White para no publicar la visión?

El tema del Gran Conflicto es el principio organizador y unificador de los escritos de Elena de White. Douglass afirma que "este tema provee un marco coherente para su pensamiento teológico, como también para sus principios en materia de educación, salud, misiología, problemas sociales y asuntos ecológicos". El tema del Gran Conflicto presenta una filosofía de la historia única y nos ofrece la "clave conceptual para comprender las mayores preguntas de la humanidad ¿Cómo comenzó la vida? ¿Por qué existe el mal? ¿Qué ocurre después de la muerte? ¿Por qué el sufrimiento y la muerte?" Al mirar la vida a través de la ventana del Gran Conflicto, se puede realmente edificar una cosmovisión cristiana adventista sólida y hermosa, porque podemos comprender varias verdades esenciales, de las cuales mencionaré brevemente tres:[1]

Dios es amor. Dios no es un policía cósmico implacable, así como lo ha presentado Satanás, severo, duro, que espía tu vida con el propósito de encontrar errores y que se goza en castigarte. No, definitivamente no. Dios es un Padre amoroso que te ha creado para ser feliz, que anhela tu presencia con una pasión infinita, que se deleita en perdonar tus faltas y tus pecados y espera siglos y siglos para finalmente abrazarte, alrededor del trono de la gracia, como su hijo redimido y restaurado para la eternidad. La encarnación del amor eterno de Dios es Cristo Jesús, que murió por ti, para salvarte.

Satanás es egoísmo. Satanás no es un libertador generoso, así como se ha presentado a sí mismo, que rompe con las cadenas de una supuesta esclavitud moral, para ofrecerte abundantemente gozos verdaderos y duraderos. No, definitivamente no. Es el originador del pecado, cuya esencia es egoísmo, el enemigo de Cristo y de tu alma, que te sigue de una manera incansable para engañarte, hacerte caer y, si es posible, destruirte. Usa mentiras, calumnias, amenazas, violencias, con el único propósito de atraerte en compartir su destino fatal que se lo ha conseguido como traidor y rebelde.

No hay Suiza espiritual.[2]Si te imaginas que puedes contemplar el Gran Conflicto entre Cristo y Satanás como un espectador, que esta guerra, cada día más intensa, se lleva a cabo a las márgenes de tu existencia, sin involucrarte, te estás engañando gravemente. Tú no solo eres parte del Gran Conflicto, desde la perspectiva divina te encuentras en su centro, representas el motivo concreto de disputa, su premio. ¿Y tú piensas que puedes ser neutro? Cuando pregunto a mis estudiantes qué saben acerca de Suiza, las respuestas varían: bancos, relojes, chocolate, montañas… Evidentemente, buenas respuestas. Sin embargo, probablemente, por la distancia en tiempo, pocos saben que Suiza tiene otra característica famosa: su neutralidad durante la Segunda Guerra Mundial. En la realidad presente del Gran Conflicto, acuérdate que no hay Suiza espiritual!

 



[1]
Herbert Douglass, Mensajera del Señor (Nampa, ID: Pacific Press, 2000), 256-257. Para una presentación más amplia de los principios fundamentales del tema del Gran Conflicto, ver pp. 257-259.

[2]Debo este expresión al Dr. C. Standish que la presentó en un sermón, algunos años atrás.