¿Qué puedo hacer para mejorar mi experiencia de adoración en sábado y recibir las bendiciones que Dios quiere darme como su adorador?

Omar Velázquez

sábado 9 de julio, 2011

En esta pregunta se perciben varias convicciones. En primer lugar, se notan convicciones firmes respecto del día de adoración a Dios en sábado. Además, se distingue el anhelo de recibir mayores bendiciones divinas en ese día en particular. Sin embargo, lo que más llama la atención es el deseo de saber cómo mejorar la experiencia de adoración sabática. Esto último, de manera particular, habla de una persona cristiana que no desea que su adoración se convierta en rutinaria, sino en una experiencia que lo acerque más a Dios.

 

Cuando la adoración a Dios se convierte en una experiencia rutinaria, definitivamente la comunión con Dios cada vez se va haciendo más opaca hasta que finalmente se perderá el sentido de la adoración a Dios. Eso fue lo que ocurrió en tiempos del Antiguo Testamento. El profeta Isaías denunció una adoración sin sentido. Una adoración cargada solo de actos rutinarios, a tal punto que Dios mismo rechazó ese tipo de adoración (Isa. 1:11-14).

 

En los tiempos de Jesús la adoración a Dios también había caído en una asombrosa rutina. De tal manera que, según dice Elena White: “Los mismos sacerdotes que servían en el templo habían perdido de vista el significado del servicio que cumplían. Habían dejado de mirar más allá del símbolo, a lo que significaba. Al presentar las ofrendas de los sacrificios, eran como actores de una pieza de teatro” (DTG, 27). Los adoradores, en tiempos de Jesús, tenían el mismo problema. Para ellos los servicios de adoración estaban llenos de rutina y sin sentido alguno. Elena White señala: “Habían sido impuestas numerosas ceremonias al pueblo, sin la debida instrucción acerca de su significado. Los adoradores ofrecían sus sacrificios sin comprender que prefiguraban al único sacrificio perfecto” (DTG, 130).

 

Como adoradores de Dios no debemos permitir que esta experiencia caiga en formalismo rutinario y sin sentido para nuestra vida espiritual. Para evitar caer en este problema, es vital que, especialmente en nuestra adoración en sábado, tengamos tiempo y actividades que nos ayuden a recordar, agradecer y testificar. Permítanme explicar brevemente cada una de estas acciones.

 

De acuerdo con la lección de esta semana, la adoración en el sábado debe contribuir a ayudarnos a recordar que fuimos creados por Dios. Además, también debemos recordar que nuestro Salvador también es nuestro Redentor. Que por su sangre nos libró de la culpa del pecado (Ro. 5:9; Efe. 1:7). Y también nos libró del poder del pecado que nos quiere esclavizar (Ro. 6:15-18). Si queremos que nuestra adoración en sábado sea significativa para nuestra vida espiritual, es necesario que los servicios de adoración en la iglesia nos lleven a recordar estas grandes verdades bíblicas. Sin embargo, personalmente debemos esforzarnos en traer estos temas a la memoria, especialmente en el sábado. En nuestra devoción personal debemos apartar tiempo en este día particular para recordar que Dios es nuestro Creador y Redentor.

 

Otra parte importante en nuestra adoración para que traiga bendición a nuestra vida es agradecer. Cuando llegamos a la casa de Dios para adorarle, debemos hacerlo con el corazón lleno de agradecimientos hacia Él. Debemos estar agradecidos, en primer lugar, “porque siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Ro. 5:8). Porque Él perdona nuestros pecados (Sal. 103:2,3). Y porque Él nos “corona de favores y misericordias” (Sal. 103:4). Muy a menudo nuestras peticiones a Dios por necesidades desplazan nuestras expresiones de gratitud. Si acostumbramos más a agradecer que a pedir en nuestra práctica de adoración, sin duda alguna nuestra experiencia de adoración será más significativa para nuestra vida espiritual.

 

Finalmente, si queremos evitar caer en la rutina en nuestra adoración sabática, es necesario testificar. En el programa para cada sábado, de todo hijo o hija de Dios, se debe incluir tiempo para compartir con otros el gozo de la salvación. Llevar a otros las nuevas del “evangelio eterno” es un privilegio que Dios nos ha concedido. Si hacemos esto, especialmente en el sábado, estoy seguro que nuestra adoración a Dios jamás caerá en la rutina y el aburrimiento. Al testificar a otros acerca de nuestro Creador y Redentor, sus bendiciones serán reales y muy abundantes en nuestra vida y en quienes sean alcanzados por nuestra testificación cada sábado de manera particular.