Fuego extraño

Jose Mercedes Espinosa

sábado 23 de julio, 2011

Si el fuego siempre es fuego, ¿cuál fue el fuego extraño que ofrecieron los hijos de Aarón?

Dios dio indicaciones precisas respecto de la adoración y la forma como debía procederse al presentarse delante de Él. El fuego extraño que Nadab y Abiú presentaron, sin duda no cumplía con las indicaciones divinas o estaba fuera de lo reglamentado por Dios. Sea cual fuere el caso, aquí hay dos problemas graves. O lo hicieron con arrogancia, despreciando las indicaciones de Dios, o lo hicieron ciegamente entorpecidos por ingerir alguna sustancia embriagante.

La indicación que Dios da a Aarón en Levítico 10:8 y 9 sugiere que Nabab y Abiú estaban bajo el efecto del alcohol cuando ofrecieron el incienso. La indicación es muy enfática: “No beberán vino ni sidra cuando entréis en el tabernáculo de reunión, para que no muráis”. Ellos murieron, por lo que la primera idea es que habían bebido vino o sidra.

Tomando esta primera opción encontramos una lección muy importante en cuanto a la adoración: Dios quiere que le adoremos con todo nuestro entendimiento, con cordura y plena lucidez mental. Como dijo Jesús en su conversación con la mujer samaritana “los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad” (Juan 4:23), para señalar que debe haber el espíritu correcto y la forma correcta. San Pablo también afirma en 1 Corintios 14:15, “Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento”. Esto lo dice Pablo en el contexto del problema que había en Corinto sobre hablar en lenguas. Desde este punto de vista el fuego extraño puede aplicarse al acto de adorar a Dios con nuestros sentidos afectados, no solo por bebidas embriagantes, sino por un espíritu extraño que se posesione de nosotros al momento de adorar. Ese espíritu extraño puede tomar posesión de la persona y hacerla decir o hacer cosas que no haría si tuviera control de sí misma.

Algunas manifestaciones “pentecostales” evidentemente hacen que la gente actúe fuera de sí. Y una adoración de esa forma ya no es con el entendimiento. Pues hay “fuego extraño” introducido en la adoración.

La otra opción, respecto del fuego extraño que presentaron Nadab y Abiú, es que lo hayan hecho con pleno conocimiento de causa, pero no conforme a las indicaciones de Dios. En este caso estarían actuando con arrogancia, despreciando las indicaciones divinas. Aquí entra el espíritu de autosuficiencia que quita a Dios como el centro de la adoración y coloca al adorador. Definitivamente, Dios debe ser el centro de la adoración, y esa adoración incluye atender a sus indicaciones, pues, como le dijera Samuel a Saúl, “el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención, que la grosura de los carneros” (1 Sam. 15:22).

No se trata de presentarnos ante Dios con ideas nuevas solo para hacernos los interesantes o novedosos. Se puede caer en este error al aferrarse a doctrinas o enseñanzas que parecen traer nueva luz, pero que no están acordes con la Palabra de Dios. Es necesario cuidarse de ideas sensacionalistas que parecen muy atractivas o novedosas, pero que no pasan la prueba de un análisis serio, pues pueden ser “fuego extraño”. A fin de evitar este tipo de fuego extraño es necesario someter nuestro juicio en primer lugar a los escritos inspirados y en segundo lugar a la opinión de nuestros hermanos más experimentados. No es sabio cabalgar sobre “caballitos de batalla” que parecen correctos solo a nuestro propio juicio.

Dios manifestó en forma directa su desaprobación sobre este fuego extraño a fin de mostrar a Israel que la adoración tiene sus reglas y que al presentarse ante él se requiere juicio cabal y humildad para atender sus indicaciones.