¿Podría recibir un adventista la marca de la bestia?
Daniel Nae
El avance tecnológico de los últimos años ha aumentado la especulación en relación con que es la marca de la bestia. Un código de barras, una tarjeta de identificación, un microchip implantado, u otra manera de identificar a los que tienen el permiso de comprar o vender, es decir, que han conseguido aparentemente el derecho de sobrevivir en el tiempo de la crisis final. No solo la especulación ha aumentado, sino la preocupación. ¿Será posible, de alguna manera, recibir la marca de la bestia, aunque hemos aceptado el mensaje adventista?
¿Qué es la marca de la bestia? Antes de considerar esta pregunta, permítame mencionar que la discusión acerca de quien recibirá la marca de la bestia y quién no se lleva a cabo en el marco de la adoración (Apocalipsis 13:15-17; 14:9). La adoración en el tiempo final de la historia, en los días que son muy cerca de nosotros, cuando se discernirá “la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve” (Malaquías 3:18). Entonces, ¿qué es la marca de la bestia? Es la antítesis del sello de Dios y una persona no puede recibir tanto la marca de la bestia como el sello de Dios. Una de las dos excluya automáticamente a otra.
Hemos visto en el artículo anterior, el sello de Dios significa el reconocimiento celestial de una semejanza con Cristo en carácter, una identidad caracterizada por fidelidad a Dios y protección ofrecida por Él en el tiempo del fin. Quiero añadir el significado especial de lealtad y obediencia a los mandamientos de Dios, especialmente al cuarto mandamiento, que habla del Sábado como “señal eterna” entre Dios y nosotros (Apocalipsis 14:12; Éxodo 31:17). Guardar el Sábado es la forma visible, exterior, que revela o señala la experiencia interior de amor y compromiso con Dios, el resultado de la obra transformadora del Espíritu Santo en nuestra vida. Elena de White advierte que “el tema del Sábado será el punto culminante en el gran conflicto final en el que todo el mundo tendrá una parte” (ST 22 de marzo de 1910).
Como la marca de la bestia es la contraposición del sello de Dios, representa la conformidad en carácter con Satanás, adoración y lealtad al enemigo de Cristo. La señal exterior es caracterizada por guardar el día falso de reposo, el domingo, impuesto por leyes humanas que substituyen la ley de Dios. El profeta de Dios para el tiempo del fin afirma que “la observancia del domingo no es aún la marca de la bestia, y no lo será sino hasta que se promulgue el decreto que obligue a los hombres a santificar este falso día de reposo” (MS 118, 1899). Esta declaración es buena noticia en el sentido que la crisis está delante de nosotros, pero nos puede transmitir una falsa seguridad. El tiempo que tenemos es solemne y debemos aprovecharlo para evitar la trágica posibilidad de recibir la marca de la bestia.
¿Podría recibirla aún un adventista? Tu y yo que somos adventistas, adoramos a Dios en el día Sábado y ni nos pasa por la mente traicionar en algún momento nuestra fe? La respuesta no depende tanto de nuestras nobles intenciones en relación con el futuro – Dante Alighieri decía que el camino hacia al infierno está pavimentado con buenas intenciones – sino de cómo manifestamos nuestra lealtad en el presente. Para ser más específico, de cómo observamos el Sábado cada semana. No quiero decir que nuestra relación con Dios se reduce a la observancia del Sábado, pero es la expresión más elocuente de la obra transformadora del Espíritu Santo en nuestro corazón y el test final de nuestra fe, porque revela nuestro amor por Dios.
Me preocupa cuando veo, tanto en mi vida, como en la vida de nuestra iglesia, los pequeños compromisos que hacemos con el pecado, porque todos sabemos que “el que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto” (Lucas 16:10). Es fácil declarar que nunca hiciere un compromiso tan grande como adorar al día falso de reposo, y recibir de esta manera la marca de la bestia, pero es difícil de resistir a una presión terrible, cuando no podemos negar tentaciones pequeñas.
Me preocupa cómo guardamos el Sábado, no porque soy legalista, sino porque la manera como observamos este día santo refleja cómo tratamos al Señor del Sábado, muestra nuestra relación con Él y nuestra disposición de obedecer Su Palabra. Cuando Jesús dice que nos espera para regalarnos su presencia a la puesta del sol (Levítico 23:32), pero yo termino el trabajo o voy de compra minutos o horas después, ¿cómo puedo esperar su bendición? Cuando Jesús nos invita llamar el Sábado “delicia” y nos ruega a no profanar nuestra adoración en el día del Señor con deseos caprichosos, como comprar algo que nos antoja, ¿cómo me imagino que voy a resistir en el día cuando el hambre será recio? Cuando no puedo rebatir las conversaciones “inútiles”, como los resultados de un partido de futbol, o los extravagancias de las estrellas de este mundo, ¿cómo pienso que voy a refutar palabras fuertes que atentarán a mi fidelidad? Cuando no puedo evitar hacer un negocio que no puede esperar simplemente por mi avaricia, ¿cómo me puedo engañar esperando que voy a rechazar tratos muy tentadores? (Isaías 58:13).
La conversación puede continuar con otros asuntos que niega nuestra fidelidad en cosas “pequeñas”, como cocinar en Sábado, porque es más cómodo, o simplemente así lo hace todo el mundo, cuando Dios dice de una manera explícita: “cuezan lo que tengan que cocer, y hiervan lo que tengan que hervir. Lo que sobre, apártenlo y guárdenlo para mañana” (Éxodo 16:23). Pero la pregunta del título de este artículo espera una respuesta. Y esta contestación no es teórica, sino la manera de adorar a Dios el próximo Sábado!