Johnny Lingo y la Gracia

26 noviembre, 2011

¿Has escuchado alguna vez la historia de Johnny Lingo? Esta historia es una de mis favoritas. Era un adolescente cuando vi la versión fílmica por primera vez, y me cautivó. La película está basada en una historia de la escritora norteamericana, Patricia Mcgerr.

En la historia, Johnny Lingo es un joven comerciante muy capaz y uno de los habitantes más ricos de Kiniwata, una isla polinesia del Pacífico.

Cierto día, Johnny decide casarse con Mahana, una joven considerada por sus vecinos e incluso por su padre como un ser de poco valor, huraña, fea y no deseable. Según las costumbres de la isla, una dote de dos o tres vacas permitirían pactar un matrimonio con una esposa regular, y cuatro o cinco vacas permitirían hacerse de una muy hermosa.

En tanto que la negociación estaba por comenzar, las mujeres de la isla presumían unas con otras cuántas vacas habían dado sus maridos por ellas; y comentaban que el padre de Mahana tendría mucha suerte de recibir al menos una vaca como oferta. Por otro lado, algunos familiares presionaban al padre de Mahana pedir al rico comerciante no menos de tres vacas, aunque dadas las circunstancias éste se conformaba con recibir aunque fuera sólo una vaca. Sin embargo, Jonnny sorprendió a todos anunciando que deseaba pactar su matrimonio ofreciendo nada menos y nada más que ¡ocho vacas!

Poco tiempo después, el almacenista de la isla visitó el nuevo hogar y descubrió para su asombro que Mahana era una mujer completamente diferente; lucía radiantemente feliz y ahora era la mujer más hermosa que jamás había visto. Por si fuera poco, el padre de Mahana acusaba ahora a Johnny Lingo de haberlo engañado al darle sólo ocho vacas por una chica que verdaderamente valía diez vacas.

Johnny Lingo pagó ese número de vacas nunca superado no sólo para hacer feliz a su esposa. Johnny declaró: “Muchas cosas pueden cambiar a una mujer, cosas que suceden en el interior y exterior, pero lo que importa más es lo que ella piensa de sí misma. Mahana creía no valer nada. Ahora sabe que vale mucho”.

En un modo superior, Jesús vino a esta minúscula y flotante esfera en el universo llamada tierra, para comprometerse con una raza de criaturas que no tiene nada en sí misma que la haga merecedora de su favor, una raza perdida, sin valor y sin esperanza; no obstante, estuvo dispuesto a pagar con su muerte y el derramamiento de su sangre divina un precio que, ¡jamás será superado!

Este ha sido el costo del pacto de salvación y eterna felicidad. Es un pacto de gracia. Ahora, sabemos que valemos mucho y nos toca decidir si aceptamos su ofrecimiento de amor. Si aceptamos, lo menos que podemos hacer es vivir con una actitud de alegre obediencia, aprecio, fe y amor a Dios por nuestra liberación del pecado.

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