“El amor es el cumplimiento de la ley”

Felix Hadid Cortez

domingo 4 de diciembre, 2011

 

Una investigación sobre la esencia del pecado y la justicia

 

El Dr. V. S. Ramachandran cuenta que nunca olvidará la frustración y desesperación que percibió en la voz de un padre que lo llamó para pedirle ayuda. El hombre había sido diplomático del gobierno de Venezuela y le dijo que su hijo sufría de un cruel engaño o ilusión.

“¿Qué tipo de engaño?”—inquirió el Dr. Ramachandran.

“Mi hijo de 30 años de edad piensa que yo no soy su padre, sino que soy un impostor. Dice lo mismo acerca de su madre. El afirma que no somos sus padres verdaderos”, dijo el hombre haciendo esfuerzos para que no se le quebrara la voz.

Arturo, el hijo de aquel pobre hombre, había sufrido un accidente casi fatal y permanecido en coma por tres semanas. Cuando salió del coma aprendió a hablar, caminar y recuperó poco a poco la memoria. Todo pareció volver a la normalidad, con la excepción de que estaba convencido que su padre realmente no era su padre, sino un impostor. Cuando le preguntaban quién era el hombre que lo cuidaba y se preocupaba por él, Arturo decía que ese hombre era una buena persona, de hecho se miraba igual que su padre, pero en realidad no era su padre. “No desea hacerme daño”, añadía. “Quizá es una persona a quien mi verdadero padre le paga para que me cuide”.

Arturo sufría del síndrome del engaño de Capgras, uno de los más raros en la neurología. Las víctimas, normalmente muy lúcidas, llegan a considerar a sus conocidos más cercanos, usualmente padres, hijos, esposos, hermanos, como impostores.[i]

Arturo era una persona que no tenía la intención de hacerle daño a su padre pero le causaba un terrible dolor. A veces cometemos el error de pensar que lo que a Dios le interesa es tener gente “buena” en el cielo. Pero Dios nunca será feliz con gente “buena” en el cielo. Lo que Él realmente quiere es gente que lo ame “con todo su corazón, con toda su alma y con todas sus fuerzas” (Deut 6:5). Por eso Jesús mismo definió la esencia de los 10 mandamientos como amor supremo a Dios y luego amor al prójimo (Mat 22:36–40). De hecho, lo único que hacen los 10 mandamientos es explicar en qué consiste el amor a Dios (mandamientos 1-4) y el amor al prójimo (mandamientos 6–10). Esto quiere decir, entonces, que la esencia de la justicia es el amor supremo a Dios. Por otro lado, la esencia del mal es el amor a cualquier otra cosa por encima de Dios.

Ponte a pensar, Jesús dijo que el problema de los fariseos es que ellos “amaban” “los primeros puestos en las sinagogas” (Luc 11:43). Demas, se apartó del evangelio “por amor a este mundo” (2 Tim 4:10) y Juan amonesta a sus oyentes: “no amen al mundo ni nada de lo que hay en él” (1 Juan 2:15). El pecado es, entonces, amor depositado en el objeto incorrecto.

Esto nos lleva a entender el pecado de Eva. La serpiente primero tentó a Eva para que pusiera en duda la palabra de Dios (¿Dijo Dios realmente que no comas del árbol? Gen. 3:1). Después la tentó a dudar si Dios realmente había querido decir lo que dijo (¡Dios no mataría a una persona por tocar un fruto! Gen 3:2–4). Finalmente la serpiente la tentó a dudar de la bondad de Dios (Dios es egoísta y retuvo para si el secreto que te permitirá llegar a ser como Él, Gen. 3:5–6).[ii] El problema no estuvo en el fruto, sino en que Eva llegó a creer que Dios era un tirano egoísta que le había escondido el secreto para que ella llegara a ser como él. Entonces se rebeló.

¿Quieres saber si eres una persona realmente justa? Mira más allá de tus actos a tus motivaciones. ¿Amas a Dios realmente sobre todas las cosas? ¿Amas a Dios lo suficiente como para cederle lo que más amas? Sólo Dios y tú conocen verdaderamente esa respuesta, pero esa respuesta define si eres realmente le perteneces.



[i]
V. S. Ramachandran, Phantoms in the Brain: Probing the Mysteries of the Human Mind (New York: Quill, 1999), 158–62.

[ii]George R. Knight, The Pharisee’s Guide to Perfect Holiness: A Study of Sin and Salvation (Boise, Idaho: Pacific Press, 1992), 44.