EL AMOR Y LA TRINIDAD
Armando Juárez
Las Sagradas Escrituras afirman que "Dios es Amor" (1 Juan 4:8), y numerosos pasajes confirman esa declaración. Pero al pensar que Dios es uno (Deut 6:4), surge la siguiente pregunta: ¿Puede una persona que la esencia de su existencia es amor, ser una persona solitaria? ¿Sólo se complace de recibir la adoración de sus criaturas? ¿No disfruta de la compañía de otro ser igual a él? ¿Es Dios un Dios solitario?
Cuando analizamos las obras de Dios, podemos ver reflejado su carácter y de ahí podemos deducir ciertos aspectos que arrojan luz sobre estas interrogantes. Después de haber creado todas las cosas en la tierra, Dios creó también al hombre "a su imagen y semejanza" (Gén 1:27) Cuando vio Dios que el hombre estaba solo, aunque tenía la compañía de otros seres creados, pero no tenía una compañía semejante a él en naturaleza y carácter, Dios mismo afirmó: "No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él" (Gen 2:18).
Si fuimos creados a la imagen y semejanza divina, eso quiere decir que hay una correlación analógica entre Dios y nosotros. Pensemos un poco y preguntémonos: ¿Si al hombre le dio una compañera como ayuda idónea para manifestarse el amor el uno al otro y para que ambos tuvieran hijos para mostrarles amor y gozarse en la felicidad de tener comunión los unos con los otros, no es lógico suponer que Dios actuó en base a su propia experiencia? No es compatible con el carácter de Dios, que él sea una persona solitaria. No es lógico pensar en un ser solitario amándose a sí mismo, sólo recibiendo la adoración de sus criaturas, sin compartir ese amor con alguien igual a él.
"Dios es Amor" (1 Juan 4:8) y para poder manifestar su esencia que es amor, la tiene que manifestar a otro ser semejante a él. El amor no es egoísta, "no busca lo suyo" (1 Cor 13:5), no se centra en amarse a sí mismo, sino es orientado a amar a otra persona. Dios no es un ser egocéntrico, que sólo se ama a sí mismo. Por lo tanto, el amor demanda la existencia de otro ser igual a Dios a quien le pueda expresar ese amor y ser correspondido de la misma manera.
Siguiendo con la analogía, Dios estableció el matrimonio y la familia con un propósito de que en el matrimonio la felicidad y la expresión del amor, sean completas con los hijos. El amor de la pareja se perfecciona con los hijos, pues ya no viven solo para amarse uno al otro, sino que ahora ambos expresan su amor al otro ser producto de ese amor. De la misma manera los hijos al corresponder el amor de sus padres, completan el círculo de amor que une a la familia.
Esta analogía nos ayuda a entender la razón por qué la Deidad son tres y no dos personas.
Jesús mismo revela la Trinidad y su perfecta unidad cuando dijo: "Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber" (Juan 16:13-15).
Podemos añadir otro aspecto que revela el carácter de la Trinidad. El Apóstol Pablo enseña que como cristianos debemos tener "el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa. Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros (Fil 2:4).Este espíritu de compañerismo, de compartir, de darle a otro el lugar de preferencia tal como lo expresa en el pasaje, no son sólo principios para una convivencia cristiana aquí en la tierra, sino son principios que Dios los practica en su relación con los otros miembros de la deidad en el cielo.
En su oración sacerdotal, Jesús habló del amor y la unidad de la Trinidad como un modelo de la unidad que debe existir entre los creyentes de la siguiente manera: "para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado" (Juan 17:21-23).
Por lo tanto podemos afirmar que la esencia de la naturaleza divina que es amor, demanda que la deidad sea más de un ser, por eso las Escrituras hablan de Dios como una unidad de tres personas.