¿Por qué debo orar?

03 marzo, 2012

¿Por qué tengo que orar? ¿Te has hecho alguna vez esta pregunta? Si es así debes saber que no eres la primera persona en hacerla.  Esta pregunta que alguna vez nos hemos en nuestra vida cristiana para Chinmoy (2000) es la "pregunta de preguntas".   Por cierto, ésta no solo teólogos y creyentes se han formulado esta interrogante, sino también médicos y psicólogos que intrigados por los efectos positivos de la oración se preguntan si hay algo en su práctica que necesita ser considerado.  Plante y Thoresen (2007) hacen referencia a una investigación en la que se menciona que la oración por uno mismo y por otros, son las dos primeras terapias más nombras de las diez formas de medicinas alternativas utilizadas en los Estados Unidos de Norteamérica.  En la misma investigación, el formar parte de un grupo de oración es la quinta terapia más referida. Sotile y Cantor (2004) dicen que la oración es una práctica religiosa que calma el espíritu, el cuerpo y la mente haciendo de este modo que las personas tengan una mejor salud.  Por otro lado, Francis y Astley (2001) encontraron que existe relación positiva entre la oración y la felicidad.

Los estudios mencionados son solo un reflejo de lo que se ha observado.  Los mismos investigadores no saben cómo explicar el hecho de que la oración tenga tantos efectos beneficiosos para las personas.  Sin embargo para nosotros los que creemos, solo se reafirma lo que ya sabemos.  Para Trese (1987) la necesidad de orar está enraizada en la misma naturaleza del hombre como criatura de Dios y beneficiario de sus mercedes.  Por otro lado ante la pregunta del porqué orar, Lawrence (2010) simplemente dice que Dios desea que oremos.  Si se pudiera entonces dar alguna respuesta a la pregunta del por qué orar, se tendría en cuenta que la oración, trae sanidad, paz y felicidad al ser humano además de satisfacer una necesidad existencial.  Sin embargo, podemos ir más allá, al plano espiritual.  La sierva del Señor (White:1967)  dice que la oración es esencial para recibir fuerzas con qué contender con las potestades de las tinieblas; es la llave en manos de la fe para abrir el almacén del cielo y de este modo acceder a los recursos infinitos de la Omnipotencia. ¡Qué extraordinario!  De hecho, lo más sublime de ello es que la oración nos pone en contacto directo con el Rey de reyes, Dios del Universo, el Todopoderoso.  Por esto Jesús oraba tanto; por esto Daniel buscaba el rostro de Dios a través de la oración.

Dios desea fervientemente que sus hijos oren.  En el libro de 2 Crónicas, Dios responde a Salomón expresando su anhelo de una mayor constancia en la oración por parte de su pueblo: "si mi pueblo que lleva mi nombre se humilla y ora, si busca mi rostro y se convierte de sus malos caminos, entonces oiré desde los cielos, perdonaré sus pecados y sanaré su tierra".

¡Vale la pena orar!  Por eso, es para mí es oportuno en esta ocasión invitarte a iniciar una intensa y constante vida de oración.  Como dijo Bruno Forte:  "si tuviera que desearte el don más bello, si quisiera pedirlo para ti a Dios, no dudaría en pedirle el don de la oración".

REFERENCIAS

Trese, L. J. (1987). La fe explicada. Madrid: Rialp.

Plante, T. G., & Thoresen, C. E. (2007). Spirit, science, and health: How the spiritual mind fuels physical wellness. Westport, Conn: Praeger.

Sotile, W. M., & Cantor-Cooke, R. (2004). Thriving with heart disease: The leading authority on the emotional effects of heart disease tells you and your family how to heal and reclaim your lives. New York: Free Press.

Francis, L. J., & Astley, J. (2001). Psychological perspectives on prayer: A reader. Leominster: Gracewing

Chinmoy, S. (2000). The wisdom of Sri Chinmoy. San Diego, Calif: Blue Dove Press.

Lawrence, S. (2010). Pure purpose. S.l.: Authorhouse.

http://es.catholic.net/aprendeaorar/32/249/articulo.php?id=24497

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