Un vistazo por la ventana del tiempo: La música en el templo de Salomón
Felix Hadid Cortez
Desde que era niño y leía mi Biblia (30 minutos si quería tener el derecho a ver televisión en algún momento del día), el reino de Salomón me parecía envuelto en el misterio y la leyenda. ¿Cómo habrá sido la gloria de ese templo, una de las maravillas del mundo antiguo, el esplendor de la corte de Salomón, o la riqueza de Jerusalén donde el oro y la plata abundaban como las piedras (2 Cron. 1:15)? Hoy quisiera describir aunque sea en forma parcial y breve—como atisbando a través de la ventana del tiempo—algunas cosas que podemos saber acerca de la música en tiempos de Salomón.
La paz lograda por David y la prosperidad de los tiempos salomónicos hicieron posible que las artes florecieran. Esto fue cierto especialmente en la música. David organizó una academia musical de 4000 miembros para atender la música de los servicios religiosos de Israel (1 Cron. 23:5; 25:6–8). No todos eran músicos. Algunos creaban y mantenían los instrumentos y las vestiduras que se utilizaban en el templo. De acuerdo al Talmud Babilónico, 288 eran cantantes y no podían ser menores de 30 o mayores de 50 años de edad. Estaban organizados en 24 grupos de 12 miembros. El texto bíblico sugiere que David mismo los dirigía por medio de gestos y movimientos con las manos que era una técnica común en el Antiguo Cercano Oriente llamada quironomía.[1]
El coro y la orquesta alababa al Señor cada mañana y cada tarde y siempre que se ofrecían holocaustos al Señor, especialmente en las fiestas (1 Cron 23:30–31). David también escribió Salmos para los adoradores donde se les invitaba a entrar a la casa de Dios (Sal. 15, 24, 27, 95). Debió ser muy impresionante escuchar estos Salmos resonar en las colinas mientras los adoradores subían de todas partes de la nación a Jerusalén para adorar en las fiestas anuales.
Los instrumentos usados en el culto del templo eran el arpa, la lira, la trompeta y los címbalos (1 Cron 15:16, 19–22, 28; 16:5, 6; 25:1–6; 2 Cron. 5, 7). Es interesante notar que estos instrumentos también eran prominentes en los cultos religiosos de las civilizaciones sumeria, egipcia y asiria. Los instrumentos de percusión eran de menor importancia porque el énfasis estaba en la música vocal y las ceremonias tenían una cierta dignidad y santidad y la música no era conducente a despertar la sensualidad.[2] Esto contrastaba fuertemente con el culto fenicio que era ruidoso, sensual y de un carácter excitante. Luciano, escritor del segundo siglo d.C., menciona que la música y el culto fenicio podía estimular a los jóvenes a un frenesí en el cual se pudieran castrar a sí mismos.[3]
La lira era un instrumento de 3 a 8 cuerdas asimétricas que se sujetaba cerca del pecho y se punteaba con los dedos (como una guitarra). El historiador judío Josefo menciona que el arpa tenía 12 cuerdas, tenía un cuerpo de resonancia y se colocaba en el suelo (Ant. 7.12.3). Estos instrumentos eran utilizados para acompañar el canto.
Los címbalos eran pequeños discos de bronce de entre 6 y 12 centímetros de diámetro en forma de campana usados para señalar momentos importantes en la acción musical o litúrgica—por ejemplo, el inicio de un canto o una estrofa—y sólo los dirigentes podían tocarlos. Los címbalos normalmente están relacionados con la palabra “selah”, la cual divide las secciones en los salmos.
La palabra “trompeta” en la Biblia puede referir a la trompeta corta militar, a las trompetas largas de plata, o al cuerno de carnero (shofar). Todos eran usados con el propósito de señalar eventos y no para tocar melodías porque, a diferencia de las trompetas de hoy, sólo podían producir los armónicos del tono fundamental (entre 3 y 5 sonidos).
Había otros instrumentos que no se utilizaban en el culto propio del templo pero que se utilizaban en las festividades religiosas y seculares de Israel. Uno era el ugav, una flauta pequeña echa de caña que producía un sonido dulce. La Mishna (Arakhin 2.3–4) sugiere, sin embargo, que se utilizaba durante la pascua, el pentecostés, y la fiesta de los tabernáculos. El halil era una flauta más grande con un sonido más penetrante—parecido al oboe moderno. Se utilizaba para procesiones, bodas, y en festividades gozosas en el área alrededor del templo. El tof, era un tambor pequeño parecido al pandero pero sin las campanas. Este se utilizó en el canto junto al mar rojo (Ex. 15:20), para celebrar la victoria de David sobre Goliat (1 Sam 18:6)), y la procesión del arca al templo (2 Sam 6:5).
El desarrollo musical de Israel en el tiempo de David siempre me ha sorprendido. Aunque es cierto que hoy tenemos instrumentos más versátiles y potentes y, por lo tanto, nuestra música puede ser más llena y rica que en el pasado, me parece que las reformas de David en cuanto a la música guardan preciosas lecciones para nosotros. David profesionalizó la música. La música que se escuchaba en los servicios religiosos era de la más elevada calidad. Los músicos tenían que pasar por un proceso riguroso de educación para poder participar en el culto. Por otro lado, David también promovió la democratización de la música. Es decir, David no limitó los salmos y la música para ser ejecutada por unos pocos profesionales de calidad superior, sino que también escribió para la participación de la congregación en grandes cantidades y en formas bellas y organizadas. Dios merece ser alabado con la música más bella y de mejor calidad que podemos producir, pero esta alabanza debe invitar a que todos sus hijos, los que le aman y le alaban, no sólo escuchen sino que también participen en la adoración. Ese es el ideal. Luchemos por lograrlo.