La misión restauradora de la Iglesia

31 marzo, 2012

Es curioso que en todos los niveles organizacionales de la iglesia cuando se habla de la misión que a esta se la ha encomendado, se hace mucho énfasis en la predicación del evangelio como si fuera la única dimensión que existe. El propósito de este artículo no es rebajar ni disminuir la importancia de la predicación del evangelio y la testificación. Lo que quiero es llamar la atención a una dimensión poco enfatizada de la misión de la iglesia.

La iglesia tiene una misión redentora con dos dimensiones: la primera es la misión externa o evangelística: que consiste en anunciar  "las virtudes de Aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable" (1 Ped 2:9); en otras palabras predicar el evangelio a todo el mundo (Mat 28:18), o en forma más espécífica a toda criatura (Mar 16:15).

La segunda, es la dimensión interna o restauradora que es la continuación del proceso redentor iniciado por la dimensión evangelizadora. Consiste en restaurar la imagen o el carácter de Cristo en aquél que fue alcanzado por la predicación del evangelio y aceptó la oferta de la salvación.

Ambas dimensiones de la misión son igualmente importantes. Mientras la evangelística hace una obra en favor del  hombre, la restauradora hace una obra en el hombre. La primera lo rescata del reino del pecado, la segunda lo rescata del poder del pecado.  Las dos dimensiones de la misión son complementarias; si una de las dos es dejada a un lado, descuidada o ignorada, el proceso de la redención del individuo queda incompleto.

En la lección de este trimestre se estudiará la misión evangelística y las diferentes estrategias para predicar el evangelio y ganar a las personas para el reino de Dios.  Esta es la razón por la cual vamos a enfatizar la dimensión restauradora.

La predicación del Evangelio tiene como propósito la reconciliación del hombre con Dios (2 Cor. 5:18). Se realiza cuando éste acepta el evangelio, en este momento se inicia la misión restauradora. Esta misión abarca el proceso de la salvación que tiene tres etapas: la justificación, la santificación y la glorificación.  Cuando el creyente acepta a Cristo como su salvador personal, éste es justificado. Este acto le da el derecho al cielo. Después durante toda su vida tiene que pasar por el proceso de la santificación que es el que le da la idoneidad para el cielo. Finalmente viene la glorificación que es la transformación de nuestro cuerpo mortal para vivir en la comunidad celestial, esto sucederá cuando el Señor aparezca en su segunda venida y el creyente sea transformado a la imagen gloriosa de Cristo. El objetivo de la misión restauradora es alcanzar "la santidad, la semejanza a Dios".1

La misión restauradora, dice Elena G. de White, abarca toda la existencia y todo el ser del creyente.2 Voy a explicar esto:  Dios quiere restaurar en nosotros su imagen degradada por el pecado y quiere que alcancemos la "medida de la estatura de la plenitud de Cristo" (Efe 4:13). Por lo tanto, la redención del ser humano debe abarcar toda su "existencia", o sea todas las etapas biológicas de su vida, desde su nacimiento hasta su muerte: niñez, adolescencia, juventud, adultez y ancianidad .

Pero también debe abarcar " todo el ser" del  hombre. Las Escrituras enseñan que éste tiene una naturaleza monista, no una naturaleza dualista, porque el hombre es un alma, no es que tiene un alma (Gén 2:7). El ser humano tiene cuatro esferas en las que manifiesta su existencia: el cuerpo, la mente y el espíritu , o sea que el hombre puede desenvolverse y expresarse en esas tres esferas. Estas tienen que ser guardadas en santidad hasta la venida del Señor (1 Tes 5:23). Siendo que el hombre además es un ser sociable, el aspecto social es la cuarta esfera la cual el ser humano debe cultivar. En relación con esto, el desarrollo de Jesús es el modelo perfecto que debemos seguir. Las Escrituras nos dicen que: "Jesús crecía en sabiduría (esfera mental) y en estatura (esfera física), y en gracia para con Dios (esfera espiritual) y para con los hombres (esfera  social)" (Luc 2:52). Dios desea que el desarrollo de sus hijos sea integral. Por esta razón la misión restauradora de la iglesia debe abarcar las cuatro esferas del hombre: Física, mental, espiritual y social.

La misión restauradora es el aspecto que en muchas ocasiones ha sido olvidado en relación con la misión de la iglesia. Es por eso que al iniciar este trimestre intento llamar la atención a la dimensión restauradora que también forma parte de la misión de la iglesia.

(1) E. G. White, La Educación, (Mountain View, CA.: Pacific Press, 1958), p. 16. (2) Ibid., p. 11.

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