Un informe digno

Jacob García

sábado 16 de junio, 2012

¿Cómo podremos realmente evaluar el éxito de la testificación o del evangelismo? ¿Acaso por el número de personas que solicitan estudios bíblicos? ¿Quizá por el número de bautismos?

Apocalipsis 14: 6 y 7, desafía al pueblo de Dios a que exhorte al mundo para que adore al glorioso Dios creador y a que le proclame como el Juez que pronto regresará. En ese texto, Dios se muestra como un evaluador. Él juzgará lo que ha sucedido en la tierra: lo bueno y lo malo. Es lógico que nosotros hagamos lo mismo mientras compartimos nuestra fe, de manera individual o institucional. Sin examinar los resultados de nuestros esfuerzos, no podremos reconocer nuestros logros, o afinar nuestras estrategias. Un informe digno únicamente podrá presentarse si se incluye una evaluación del trabajo realizado.

¿Cómo un pueblo enfocado en la ganancia de personas atreves del bautismo, lo hacemos honradamente o nos hemos especializados en inflar los resultados?

Como testigos de Cristo tenemos la responsabilidad de evangelizar no de exagerar. Regocijémonos plenamente aunque únicamente se haya ganado una sola persona. ¿Qué podemos hacer para asegurarnos de que en el futuro actuaremos con más honradez?

"Dios llama a obreros consagrados que sean leales a él: hombres humildes que comprendan la necesidad de realizar obra evangélica y que no retrocedan, sino que cada día realicen fielmente su tarea dependiendo de la ayuda y el poder de Dios en cada emergencia que surja.  El mensaje debe ser llevado por los que aman y temen a Dios".[1]

 

 

"Como pueblo tenemos gran necesidad de humillar nuestros corazones ante Dios, implorando su perdón por haber descuidado su mandato misionero. Hemos establecido centros importantes en algunos lugares y dejado sin trabajar muchas ciudades populosas. Pongamos mano a la obra asignada, y proclamemos el mensaje que debe hacer comprender su peligro a hombres y mujeres. Si cada adventista del séptimo día hubiese cumplido su parte, el numero de creyentes sería ahora mucho mayor".[2]

Es muy humano medir el éxito del evangelismo y la testificación en base a número de personas que se añaden a la iglesia. Pero Jesús nos dijo que lo que en realidad importa es la forma en que permitimos que su generoso amor fluya de nuestros corazones al de ellos, mientras que experimentamos su compasión por los necesitados. Puede ser que la verdadera medida del evangelismo y la testificación no resida en la cantidad de personas bautizadas, sino en el número de aquellos que han sido motivados por el amor de Dios y que en forma natural se dedican a alcanzar a otros.

 



[1]
El Evangelismo, P. 22

[2]Testimonios, tomo 9, P. 21