El gozo de multiplicarse en otros

Carlos Elias Mora

sábado 21 de julio, 2012

Los primeros 10 versículos de la carta a los Tesalonicenses son una celebración de un grupo de hombres que disfrutan la experiencia de compartir las Buenas Nuevas de salvación con otras personas. Ellos se regocijan por estos nuevos cristianos a causa de "su obra realizada por fe, el trabajo motivado por su amor, y la constancia sostenida por su esperanza en nuestro Señor Jesucristo" (1 Tes 1:3). ¿Puede usted imaginar una hermandad hoy con estas tres características: fe, amor y esperanza? ¿Cómo lograron Pablo, Silas y Timoteo fundar, nutrir y motivar este espíritu en ellos? El estudio de las dos cartas a los Tesalonicenses nos mostrarán las causas de este crecimiento.

Por ahora los versículos 4 al 10 nos dan algunas vislumbres del trabajo de estos misioneros que impactaron la vida de estos paganos para que llegaran a ser fieles creyentes. Primero, Pablo reconoce que Dios los ha escogido (1:4). No es por ningún mérito personal –de quien predica o de quien escucha- sino únicamente por la gracia de Dios que somos llamados a la comunidad de los redimidos. Segundo, la obra del Espíritu Santo hizo que la Palabra llegara con poder (1:5a). Aunque nuestras habilidades y talentos pueden ser una bendición en el testimonio con amigos y vecinos, la gran diferencia la marca la obra del Espíritu en los corazones. No sobreestimemos Su obra y pensemos que una simple oración será suficiente. Hay que pedirlo fervientemente para que El realice su obra en nosotros y en aquellos que deseamos alcanzar con la Palabra de Dios.

Otra clave es la dedicación del apóstol y sus colaboradores por las almas de aquellos que querían alcanzar con el mensaje de salvación. "Estuvimos entre ustedes buscando el bien" (1:5b). Es el trabajado desinteresado con sacrificio -palabra no muy común hoy debido al egoísmo que impera- la clave para que muchos se decidan por Jesús. Una vida sincera y dedicada es un argumento que nadie puede refutar. Finalmente, y como quinto elemento, esta el testimonio congruente de Pablo y sus amigos que impactaron la vida de los nuevos creyentes a tal punto que "se hicieron imitadores nuestros y del Señor" (1:6). Note que Pablo era tan buena persona que otros podían imitarlo y al mismo tiempo coincidía con imitar a Jesús. Es mucho decir de un genuino cristiano, pero es lo que Cristo espera en nuestra vida diaria.

¿Cuál fue el resultado de la conversión de estos creyentes en Tesalónica? Se convirtieron en una motivación para los lugares vecinos (1:7) y un motor para proclamar el Evangelio "en todo lugar" a tal punto que el testimonio de Pablo "ya no es necesario" (1:8). Ahora son los alcanzados por el testimonio de los tesalonicenses los que traen buenas nuevas entre los otros inconversos (1:9, 10). El trabajo que el apóstol inició se multiplico en Tesalónica con una nueva congregación gozosa, y de allí se extendería como las ondas de una piedrecita lanzada a un arroyuelo, hacia otros lugares. Lee con cuidado los versículos 9 y 10. Hay tres cosas que las personas destacan del testimonio de los conversos en Tesalónica: [1] su hospitalidad, o sea, una vida consecuente mostrada en obras de amor; [2] su conversión sincera dejando los ídolos; y, [3] la bendita esperanza del regreso de Cristo. Es un objetivo muy apropiado para cada creyente adventista hoy en día.

Este tipo de testimonio es que el nuestro vecindario, nuestro trabajo y lugar de estudio necesita. Este tipo de labor es aquel al cual hemos sido llamados a realizar. Y lo más sorprendente es que muchas veces se enfoca el sacrificio que se hace en la obra de testificar, la vergüenza que se puede enfrentar en el trabajo o en la universidad por ser cristiano, en el tiempo que se invierte. Pero es mejor enfocarse en el gozo que produce ver las almas convertidas, las vidas y hogares transformados. Y ese regocijo es mayor cuando vemos que a aquellos que alcanzamos con el Evangelio, ahora están realizando la misma obra que nosotros hicimos, y están descubriendo el gozo de multiplicarse en otros.